Sexto episodio ya, una cuarta parte de la temporada ha transcurrido y las cosas aún tienen que dar muchas vueltas hasta llegar a resolverse y que Bauer vuelva al juicio que quedó aplazado como un héroe nacional, por el fondo de lo que ha hecho, pero un villano por las formas. Si no acaba así la temporada, lo harán ayudándole a escapar, una vez más, y convertirse de nuevo en prófugo y/o aparentar que está muerto.
En fin, la cosa había quedado muy chunga para varios de los protagonistas de la serie, y cuando digo muy chunga es estar con el agua al cuello. La tierra, en concreto para la agente del FBI, Walker, que por suerte para ella cuenta con la ayuda de Chloe y Buchanan.
Dubaku está poniéndose nervioso ante la resistencia de la presidenta Taylor a realizar algún movimiento en su país, Sangala, de donde no se retiran las tropas estadounidenses. Que planeaba un nuevo ataque inminente ya lo sabíamos. Este se realiza, a pequeña escala, en el episodio. Si estando en manos de Almeida los aviones no llegaron a chocar, esta vez, ante los ojos de la presidenta, sí lo hacen, demostrando Dubaku el poder que tiene. Pero es sólo una mínima demostración. La gorda está por llegar.
Por su parte Almeida y Bauer, ya en solitario, siguen con el plan de entregar a los Matobo para encontrar al coronel Dubaku. Lo malo es que al no tener contacto con la Casa Blanca, están causando una crisis importante.
A la temporada le sigue faltando algo de acción, pero el próximo episodio promete.
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