Director: Alexandre Bustillo / Julien Maury;
Guión: Alexandre Bustillo
FotografÃa: Laurent Barès
Música: François Eudes
Montaje: Baxter; Decorados: Marc Thiébault
Vestuario: Martine Rapin
Maquillajes especiales: Pierre-Olivier Thevenin / Laetitia Hillion / Nicolas Herlin.
Elenco: Béatrice Dalle (La femme), Alysson Paradis (Sarah), Nathalie Roussel (Louise), François-Régis Marchasson (Jean-Pierre), Jean-Baptiste Tabourin (Matthieu), Dominique Frot (Enfermero), Claude Lulé (Médico), Hyam Zeytoun (PolicÃa)
Duración: 83 minutos
PaÃs: Francia
A Alexandre Bustillo y Julien Maury les ha salido una opera prima redonda. Aquellos que no gustan del gore, mejor que pasen de verla, pero para los amantes del buen cine, esos que no hacen distingos según sea el género al que pertenece la pelÃcula, creo que les gustará.
La historia no se va por las ramas. No llega a durar una hora y media el film, y es todo tan intenso que se pasa un suspiro, con una media hora final de vértigo, que pone los pelos de punta, para acabar, al menos en mis caso, completamente espeluznado.
El cine gore no está reñido con una brillante fotografÃa obra de Laurente Barès, o de unas interpretaciones magistrales, tanto de Beatrice Dalle, que le llevan a quien suscribe a pensar, que acaso el demonio es una mujer, con el cuerpo de la actriz gala, como de la «sufridora en casa«, Alysson Paradis. Las dos solitas se guisan la pelÃcula, y nos ofrecen unos minutos de tensión y adrenalina como hacÃa tiempo que no veÃa en una pelÃcula (me ha dejado una sensación pareja al visionado de Haute Tension, del director tambien galo, Alexandre Aja, y de The Descent).
La pelÃcula se inicia con una accidente de coche, visto desde la perspectiva del feto, que sufre el impacto. Tras el accidente, la madre abre los ojos, y comprueba que a pesar de magullada está viva. Su marido que va de copiloto está muerto, y el feto está bien. La mujer se llama Sarah y cuatro meses después ya es Nochebuena y está a punto de dar a luz, momento que coincide con los altercados que tuvieron ciudad en las ciudades francesas, con la quema de millares de coches en los suburbios.
Sarah se refugia en su casa, y aburrida como una ostra se pone a ver las fotos que hace para el periódico donde trabaja, en un cuarto oscuro, donde guarda también algunas de su marido. En esa casa solitaria, y embarazada, Sarah, siente el acoso de una extraña a la que no consigue identificar. Tras llamar a la policÃa, todo parece volver a la normalidad, hasta que la extraña se cuela finalmente en casa y sucede entonces el delirio.
A pesar de su escasa duración, no prima el aceleramiento, sino que algo curioso en estas producciones, reina la sobriedad, la cadencia reposada, como si matar llevara su tiempo, y entre tijeratazo y tijeretazo hubiera tiempo de sobra para fumarse tranquilamente un cigarrito.
Sarah sufrirá más que nadie. Pero a pesar de su estado de buena esperanza (viéndola esto parece un chiste), y de la situación, Sarah no se amilanará, sino que hara gala de una fuerza interior que demostrará lo que todos sabemos que el género femenino le da mil vueltas al masculino, y poco a poco Sarah sabrá sobreponerse de cuantas tragedias le sucedan, y aunque el mundo se derrumba a su alrededor, ésta reemplaza los gimoteos por la acción pura y dura, en un climax, que la hacen erigirse como un angel vengador, capaz de medirse «cara a cara» con el mismÃsimo demonio.
No sé si volverÃa a verla, porque las escenas finales, son lo más espeluznante que he visto hace muchos años, al conjugarse todas esas cosas que a uno le dan repelús sólo de pensarlas, asà que cómo para verlas en pantalla.
El único detalle que no me convence, es la escena del policÃa en plan zoombie, sin ojos y medio zumbado.
Estaré atento a lo próximo de Alexandre Bustillo y Julien Maury porque su debut no ha podido ser mejor. Cine gore, cine al fin y a la postre, de calidad, bien hilado, bien interpretado, con una puesta en escena estilizada que provocan una panoplia de sentimientos en el espectador dificil de transmitir con palabras. Es mejor ver como los pelos de los brazos se ponen enhiestos como alfileres. Esa es la mejor prueba documental de los efectos de esta pelÃcula sobre el sufridor espectador, porque se sufre y mucho viendo A L´interiur.
Si Justino nos enseñaba como usar una puntilla, La dama de negro, da unas lecciones magistrales de cómo usar unas tijeras, como se ve en el segundo cartel de la pelÃcula.
¿Para qué queremos un bistur�.