Isabel Coixet pergeña su primera incursión en el género del suspense terrorÃfico y trata de darle su impronta artesanal. ¿Lo logra?. A ratos.
Cuenta como protagonista con la popular actriz Sophie Turner, que conoceréis de verla en Juego de Tronos dando vida a Sansa Stark. Es una buena elección, porque Sophie es una buena actriz, la cual plasma acertadamente con su fÃsico esa tierra de nadie entre la niñez y la edad adulta, a la sazón llamada adolescencia, embutida en un cuerpo espigado y desgarbado, en continuo tránsito, lo cual queda bien reflejado en los primeros planos que Coixet toma de su rostro.
La adolescente tiene a su padre cuarentón postrado en una silla de ruedas aquejado de arterioesclerosis múltiple (el esforzado actor Rhys Ifans), y a su madre (Claire Forlani, que de lo operada que está no puede ni reÃrse ni llorar con credibilidad), convertida a su pesar en viuda sexual en vida, acostándose con el profesor de teatro de su hija (interpretado por el voluptuoso Jonathan Rhys Meyers).
Ante semejante papelón: un padre enfermo y postrero y una madre infiel y adultera, la joven la cual ya está algo paranoica, ve superada su capacidad de resistencia emocional y afectiva, y cree enloquecer al estar convencida y obsesionada con el hecho de que haya otra chica que se hace pasar por ella con idea de volverla loca.
Asà verá sombras reflejadas en los túneles por los que transita, una cámara registrará la presencia de su otro yo, etcétera.
Pero no, la joven podrÃa estar loca de atar, pero no lo está, al conocer que su madre estuvo embarazada de dos gemelas. Una de la dos tuvo que morir para que la otra salvara la vida y ahora desde el más allá (sÃ, amiguetes, el paso siempre vuelve) la muerta quiere cobrarse la vida de alguien vivo, y pasar a formar parte de ella. Y de eso va la pelÃcula. Lo más misterioso además de ese otro yo es el tratamiento de la adolescencia: la ebullición de las hormonas, la adopción de las primeras decisiones, las primeras relaciones sexuales, la necesidad se ser aceptado por el rebaño o no ser al menos rechazado, el ir dando forma a una personalidad, a un carácter, a una forma de ser, nada fácil para la joven, habida cuenta de su situación familiar y emocional.
Coixet logra en algún momento salirse de lo previsible, pero al final ni ofrece nada nuevo ni la pelÃcula tiene nada que la haga memorable, ya que las escenas se organizan sin consistencia, sin lograr una historia bien cimentada, devenida en un pasatiempo que se ven sin esfuerzo ni recompensa.
Sin contar con los tÃtulos de créditos la pelÃcula dura 72 minutos. Suficientes.