El viejo fusil, rodada por Robert Enrico en 1975, se inspira en la luctuosa y deleznable Matanza de Oradour-sur-Glane, acaecida en 1944. ¿Qué tiene que ver ganar un guerra con matar civiles, violar mujeres y niñas y robar la dignidad de cuantas personas, que no porten el atuendo nazi, te cruces en tu camino?.
La película aborda el tema de la venganza. No es nada nuevo, porque hay unas cuantas películas a lo largo de la historia que han tratado esta pulsión humana con acierto, y en esta ocasión se aborda con visceralidad y nobleza, dando lugar a una película intensa, conmovedora y memorable, convertida en un clásico por méritos propios.
En un pueblo francés, ocupado por los nazis, en 1944, en las postrimerías de la II Guerra Mundial, trabaja como cirujano el protagonista, Julien, el cual está casado con Clara una bella mujer, más joven que él, la cual aporta una niña al nido conyugal. Interpretados ambos por Philippe Noiret y Romy Schneider.
Julien cree que es mejor que su mujer y su hija se vayan a un pueblecito rural del interior, donde éste posee un castillo. Cuando una semana después va a visitarlas, lo recibe un silencio sepulcral. Comprueba, horripilado, que toda la población ha sido masacrada en el interior de una iglesia. Su mujer ha sido carbonizada y su hija yace asesinada de varios disparos sobre un matorral.
Julien, hasta la fecha pacifista y humanista, antepondrá su deseo de venganza a cualquier otra circunstancia o principio moral. Como los nazis, una docena y media, están asentados en su castillo, que él conoce mejor que nadie, Julien decide cobrarse venganza matando a todos los que pueda. Y lo consigue, usando su inteligencia, porque de físico no va sobrado. Le sobran kilos y le falta la vista. No es un soldado, ni un partisano, curtido en la disciplina física, pero estos pormenores los supera con creces, merced a un cerebro prodigioso que le permite ir emboscando a sus enemigos, mandando al infierno a todos ellos, ayudado en su quehacer bélico por un deseo de venganza que le da las fuerzas y ánimos necesarios para llevar a cabo su plan criminal.
Extraordinario Philippe Noiret en su papel. La película resulta creíble en todo momento y sus ojos, transmiten sin palabras y de forma espléndida y palpable, el dolor que desgarra a Julien ante la vista de los cadáveres de su mujer e hija.
La película hace gala de un ritmo sostenido, mantiene el suspense en todo momento, convirtiendo lo dramático en algo vibrante e intenso, porque queremos que los nazis paguen por lo que han hecho, no ante un juez, sino ante una escopeta cargada, que los mande a la nada de la que vinieron.
El viejo fusil un peliculón de visionado insoslayable.