Ashkal. Los crímenes de Túnez

Ashkal, los crímenes de Túnez de Youssef Chebbi, mezcla el cine político con lo sobrenatural, lo cual no parece descabellado, pues a menudo el terror de estado y sus tropelías parecen más propias de algo que va más allá de nosotros, de una maldad convertida en un ente capaz de arrasarlo todo, y al que es difícil ponerle cara.

Los Jardines de Cartago son un barrio de Túnez en el que antiguo Régimen empezó a construir edificios, pero la actividad se frenó al comiendo de la Revolución. En ese paraje, entre armazones de hormigón, aparece un cuerpo calcinado. Todo hace pensar que se ha inmolado.

Poco después sucede lo mismo y Fatma y Batal, los policías al frente de la investigación, creen que hay un nexo común en ambas muertes.

Mientras, en la televisión se va dando cuenta de los progresos por parte de la Comisión pública Verdad y la Dignidad en Túnez (IVD), creada en 2014 en Túnez, la cual trata de reparar a las víctimas después de seis décadas de abusos y terror estatal.

Fatma es hija de uno de los responsables de la comisión y es vilipendiada por sus compañeros policías, los cuales no están por la labor de que se les investigue, ni que se pongan en tela de juicio sus acciones, fuesen las que fuesen, bajo la lógica de que en una cadena de mando ellos simplemente cumplían las órdenes recibidas, que debían acatar, para cumplir con su trabajo.

En 2010 Mohamed Bouazizi se inmoló, y después vino la Primavera Árabe y más tarde la democracia. Muchos siguieron el ejemplo de Mohamed y tras el ahorcamiento, la inmolación fue la segunda manera más recurrida a la hora de quitarse la vida.

Así, la película de Youssef Chebbi, trata de poner en imágenes esta situación, y aunque puede parecer un thriller, cuando se aventura hacia lo sobrenatural, para manejar la posibilidad de que los muertos lo hayan sido voluntariamente, de que haya algo que los impeliese a darse fuego, o ni siquiera eso, sino más bien actuar como la polilla que irremediablemente se dirige hacia la luz de la bombilla o del fuego para morir; así estos hombres y mujeres encuentran ahí el camino y el final, incluso su particular reparación. Ahí lo terrible.

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