Breaking Bad se está llevando, con justicia, todos los galardones. Ya hay quien afirma que es la mejor serie de la historia de la televisión. Lo que diferencia a este serie del resto, es que plantea y maneja con mucho acierto asuntos universales que nos conciernen a todos. No es una serie de entretenimiento puro y duro, como el 99% del resto de las series, cuya máxima aspiración es entretener al espectador. No quiero decir con esto que Breaking no entretenga, pues si esto fuera así, no la vería nadie, yo el primero. Lo interesante, como sucede con cualquier disciplina artística, es que podemos entretenernos de muchas maneras diferentes, las cuales nos proporcionan una intensidad en nuestro disfrute, muy diferente. Breaking Bad va directa al corazón y al cerebro. La serie tiene un guión extraordinario y es sin lugar a dudas la clave de su éxito, sin desmerecer unas interpretaciones todas ellas magníficas.
Para quien no haya visto la serie, hablaré un poco acerca de su contenido y de su final: OJO SPOILERS.
El protagonista, casi absoluto, es Walter White, profesor de secundaria en un instituto público donde da clases de química. Tiene una mujer, Skyler, embarazada de siete meses, y un hijo de 16 años con un ligero retraso en su desarrollo mental. A Walter le han diagnosticado un cáncer muy avanzado que lo puede matar en pocas semanas. Walter en un primer momento no le comenta nada del cáncer a su mujer hasta que no le quede más remedio. Luego, no querrá someterse a ningún tratamiento, en primera instancia, si bien al final accede, y con éxito porque con el mismo, el cáncer remite, y su esperanza de vida aumentará considerablemente, lo cual permitirá que la serie tenga cinco temporadas.
El quid del asunto es que un buen día Walter, decide acompañar a su cuñado Hank, que trabaja para la DEA (organismo oficial que lucha contra el narcotráfico), a una redada. Allí descubren un laboratorio clandestino. Cuando se entera del dinero que en el mercado tiene toda aquella mercancía, Walter decide ponerse a “cocinar” y emplear sus conocimientos en química para sacarle provecho económico. Cuando él muera, su familia, tendrá muchísimo dinero a su disposición. Esa esa la hipótesis de trabajo.
Walter echará mano de un ex-alumno, que se dedica a trapichear con metanfetaminas, Jesse Pinkman. Juntos, en una caravana se dedicarán a cocinar, a producir metanfetaminas que luego Jesse se encargará de comercializar. Lo interesante, es que Walter es un hombre corriente y Jesse un camello de poca monta, que se meten en un negocio que les queda muy grande. Una vez tienen el producto, los amigos de Jesse, otros colgados como él se encargarán de moverlo por las calles. El producto que ofrecen, unos cristales azules se venden muy bien, por su pureza.
Walter, químico de profesión, se toma tan en serio su labor que logra poner en el mercado un droga de una calidad inusitada, lo cual hará que en su camino se cruce un mafioso local, Tuco, al cual tendrán que dar pasaporte. Todo el asunto se les irá de las manos demasiado pronto, y no tardan en cometer crímenes, más bien como una acción de autodefensa. Durante las dos primeras temporadas pasan un montón de cosas, Walter va construyendo un monumento a la mentira, justificando sus reiteradas ausencias como buenamente puede, ya que se mujer se huele algo, siente que algo va mal, pero sin ser capaz de definirlo ya que su marido no le da ninguna explicación, pues todo son evasivas, circunloquios, tácticas de evasión. Walter va ganando dinero, mucho, y escondiéndolo, y va mudando su forma de de ser, redescubriéndose, viéndose hacer cosas que jamás hubiera imaginado.
Si las dos primeras temporadas resultan intensas, vibrantes y emocionantes, la tercera baja mucho el ritmo, algunos episodios resultan banales, como el de la mosca en el laboratorio. Algunos episodios comienzan dedicando parte de su espacio a hechos precedentes, como la compra de la caravana, la compra del piso por parte de Skyler y Walter, etc, lo cual lo veo más como un inconveniente. Dado que el presente es una lucha encarnizada contra una muerte más o menos inminente, echar la vista atrás me parece desviar la atención, y aguar la historia. La cuarta temporada mantiene la tensión y la acrecienta, ya que Skyler al final es conocedora de buena parte de las acciones de Walter y al final acaba tan entrampada como su cónyuge y en la quinta, dado que no hay otra opción, todo debe precipitarse y las tramas finiquitarse.
El final de la serie me ha parecido el mejor posible. Walter White no muere de cáncer, sino de herida de bala. Pinkman no deja ser manipulado por Walter que muere en el suelo del laboratorio, ese sitio mágico en el que Walter se sintió vivo, importante, valioso, útil y lograr tras una sinfín de sinsabores y perrerías recuperar su libertad.
Si durante todo el tiempo la excusa de Walter para hacer todo lo que hacía, algunas cosas aborrecibles, era que quería dejar bien situada a su familia para cuando él faltase, al final, cuando ve que el dinero acumulado, lejos de mejorar algo ha supuesto un problema mayúsculo, con un reguero de cadáveres en el camino, y le ha quitado a Walter el apoyo, primero de su mujer y luego de su hijo, asume que todo lo que ha hecho no es por la familia, sino por él mismo, por sentirse vivo, de ahí que le guste oír en la boca de otros criminales dirigirse a él como Heinserberg, su nombre guerra.
Antes de llegar al final de la serie, uno de los pesos pesados de la serie, Gustavo, será asesinado por Walter, haciendo gala de su inteligencia.
Uno de los grandes aciertos de esta serie, de su guión, es que el protagonista, Walter White es extremadamente inteligente, lo cual le permite, no tener que amenazar, matar, ni emplear los usos y maneras de otros tantos delincuentes, violentos y torticeros (que a menudo en la pantalla parecen idiotas redomados). Walter siguiendo al que se puede considerar su maestro, Gustavo, observa que no se llega muy lejos si no se hace uso de la inteligencia, si uno no es capaz de predecir los acontecimientos, de anticipar las acciones de sus rivales, y ahí Walter está inmenso, majestuoso, porque es capaz de exprimirse los sesos en multitud de ocasiones, ya sea para salir airoso de las demandas de su mujer, como de alinear a Pinkman a su lado, para lograr sus fines, mediante la manipulación, tocando las teclas adecuadas, que le permitan a Walter escuchar la sinfonía que desee.
Se puede hablar largo y tendido sobre la calidad esta serie en múltiples aspectos. Me ha resultado adictiva, fresca y original, dado que a priori, el tema no parece que pueda dar mucho de sí, pero poco a poco, a medida que Walter se va quitando su piel, mudando cual serpiente, y empieza a ser ocupado por Heinseberg, no ya solo físicamente, con el craneo afeitado, sino la propia mirada de Walter, cambia, y entonces su ego, no deja espacio para nada más, con consecuencias fatales, como constatamos en cada episodio.
Vale la pena y mucho ver los 62 capítulos de Breaking Bad, perder, o ganar, algo más de 40 horas de nuestro tiempo siguiendo las andanzas de Walter, un personaje al que creo que los que hemos visto la serie nos será ya imposible de olvidar.
Soy un fan de esta serie, es adictiva y estoy enganchado, voy por la temporada 4 y me parece muy buena. He oido que en versión original gana mucho más.
Comentas que el final de la serie te ha parecido bueno, es curioso porque hace poco leí que a Oliver Stone le había parecido ridiculo.
http://www.europapress.es/cultura/cine-00128/noticia-oliver-stone-final-breaking-bad-ridiculo-20131010104102.html