Título V.O.: Canciones de amor en Lolitas Club
Año de producción: 2007
Distribuidora: Azeta Cinema
Género: Drama
Clasificación: No recomendado menores de 18 años
Estreno: 30 de noviembre de 2007
Director: Vicente Aranda
Guión: Vicente Aranda
Fotografía: José Luis Alcaine
Intérpretes: Eduardo Noriega (Raúl Fuentes/Valentín Fuentes), Yohana Cobo (Djasmina), Héctor Colomé (José), Irene Escolar (Jennifer), Flora Martínez (Milena), Belén Fabra (Olga)
Desde La carta esférica no había visto una película tan mala. Vicente Aranda es capaz de lo mejor, Amantes y de lo peor, La camarera del Titanic o Tirant lo blanc. Si algo hará que la gente vaya al cine a ver esta película será por su contenido sexual, porque la acción se ventila en un puti, donde todas las diosas del amor están bien buenas, en especial Milena una chica colombiana que recala ahí atenazada por las deudas. Es la actriz Flora Martínez, la que presta su cuerpo siliconado al personaje.
Eduardo Noriega tras verlo en Novo, pensé que no sería capaz de hacer nada peor, pero aquí ha rizado el rizo y hace su peor interpretación por partida doble. En Tesis, acojonaba, al tratarse de un psicópata con piel de cordero, pero aquí ya desde su charla en comisaria con su superior, se le ve de que pie cojea y está toda la película desmedido, hiperbólico, desquiciado, y en lugar de acojonar, o hacernos partícipes de su infierno personal que lo devora, nos hace reír más que otra cosa. Para más señas, es policía, al que le suspenden tras enzarzarse con dos jóvenes que increpaban a una familia árabe.
A su vez, dentro del puti, un hermano gemelo del policía, trabaja allí como chico de los recados, y está enamorado de Milena. No sé en cual de los dos registros está peor Eduardo Noriega. El problema es que el paso de la novela a la pantalla ha dejado muchas cosas en el tintero, sobre todo el corazón de la novela, así que esto es un batiburrillo de secuencias, unas más eróticas que otras, algunas metidas con calzador, como la secuencia den la que la bella actriz cubana, Carla Sánchez, (Madrigal) a la que el policía acomete por detrás, cuando ella va a subirle el ánimo, que trabaja en el mismo cuerpo, de policía que él.
Los diálogos no son nada creíbles y lo peor de todo es que estando rodado en un puti con esas mujeres de infarto teníamos que estar todo el rato con la lengua fuera, con la entrepierna palpitando a todo meter y no mirando el reloj esperando que se escabe el sufrimiento y podamos salir a la calle a respirar aire fresco y puro.