Dirección y guión: Àlex Pastor y David Pastor.
PaÃs: USA. Año: 2009. Duración: 90 min.
Género: Thriller, terror.
Interpretación: Piper Perabo (Bobby), Christopher Meloni (Frank), Chris Pine (Brian), Emily VanCamp (Kate), Lou Taylor Pucci (Danny), Kiernan Shipka (Jodie), Josh Berry, Mark Moses (doctor), Dylan Kenin (Tom).
Producción: Ray Angelic, Stefanie Azpiazu, Anthony Bregman y Michael Williams.
Música: Peter Nashel y Brick Garner.
FotografÃa: Benoît Debie.
Montaje: Craig McKay.
Diseño de producción: Clark Hunter.
Vestuario: Jill Newell.
Distribuidora: DeAPlaneta.
A estas alturas de la pelÃcula (o después de muchas pelÃculas vistas) hay escaso margen para la sorpresa, pero siempre hay que descubrirse ante un trabajo cuando está bien hecho, y el trabajo de estos dos españoles, Alex y David Pastor directores y guionistas de Carriers, rodado en territorio americano es meritorio.
Estamos en un ambiente apocalÃptico, donde un virus de dimensiones globales, ha matado a casi todo bicho viviente. Vemos un coche donde cuatro jóvenes, se dirigen a una casa en una playa donde buscar un lugar que ellos creen seguro. Los dos chicos son hermanos y ellas son sus novias.
En su transitar no están solos, y verán de cerca los estragos que el virus hace en los humanos. Más que cebarse con cuerpos desmembrados, lo que la historia plantea es si la naturaleza humana puede llegar a desmaterializarse en situaciones extremas como la que viven.
Vemos imágenes de dos niños corriendo en una playa al comienzo, los mismos que años más tarde aparecen fotografiados en esa foto que hay en el retrovisor del coche donde van los dos hermanos. Esos lazos familiares a priori indestructibles serán puestos a prueba, para determinar si el amor filial está por encima de la lucha por la supervivencia. Es en ese terreno donde juega Carriers, haciéndose preguntas constantes, sobre hasta donde somos capaces de llegar. A pesar de tenerlo claro, en un principio, luego, no es tan fácil seguir las reglas. Se toparán con un hombre que lleva a su hija enferma a una muerte segura.
Si el virus les respetara a ellos, todo irÃa bien, pero entonces no habrÃa historia y es precisamente cuando el virus les afecte cuando esa maquinaria de guerra sentimental, se ponga en juego.
Con escenas de belleza arrebatadora, aceradas unas y nada sentimentales la mayorÃa, con el espÃritu del libro «La carretera» de Cormac McCarthy, lo que realmente asusta no es lo que hay fuera de nuestra piel, sino nuestra propia esencia alterada por situaciones que nos llevan al precipicio de nuestra humanidad para adentranos en una caverna, donde la oscuridad sea testigo de nuestras macabras acciones.