Dirección: Jacques Audiard.
País: Francia.
Año: 2005.
Interpretación: Romain Duris (Tom), Niels Arestrup (Robert), Aure Atika (Aline), Emmanuelle Devos (Chris), Linh Dan Pham (Miao-Lin), Jonathan Zaccaï (Fabrice), Gilles Cohen (Sami), Anton Yakovlev (Minskov), Mélanie Laurent (Novia de Minskov).
Guión: Jacques Audiard y Tonino Benacquista; basado en la película «Fingers» (1978) de James Toback.
Producción: Pascal Caucheteux.
Música: Alexandre Desplat.
Fotografía: Stéphane Fontaine.
Montaje: Juliette Welfling.
Diseño de producción: François
El singular cine francés sigue arrojando películas peculiares, originales y de calidad (como la reciente No estoy hecho para ser amado). En esta ocasión el protagonista de la historia es Tom (extraordinario Romain Duris, visto en Exils), dedicado al mundo inmobiliario, pero en su vena más macarra. Para cerrar los tratos debe junto a otros compañeros de oficio ir a los inmuebles y desalojar a batacazos a las personas, okupas algunos, que allí residen provisionalmente.
Esta profesión le quema, pero las raices familiares alimentan el futuro, y Tom hace lo que hizo su padre. La posibilidad de dejar esa senda, ese camino truculento, se le presenta cuando le ofrecen hacer una audición como pianista. Tom ama el piano, ya que su madre fue una pianista renombrada, y se obsesiona con la audición, pasando a dedicar todo su tiempo a la preparación de la prueba. Para ello cuenta con las clases particulares que le da una pianista China con la que se comunica mediante gestos, pues no ella no habla francés ni él chino (una de las mejores escenas de la película tiene lugar cuando a Tom le da un calentón, comienza a maldecir y la china se mosquea tanto y sube tanto el tono que al final Tom, se siente y sigue dándole a las teclas).
Por medio, somos espectadores de las cornamentas que los amigos de Tom ponen a sus parejas, de las palizas que el padre de Tom recibe a manos de mafiosos rusos, y de la ilusión como gasolina vital capaz de dejar todo de lado para lograr una meta.
Duris está inmenso, en un papel rico en matices, encarnando brillantemente a ese pianista en ciernes, de agrio carácter, ofuscado y violento, que salta a la mínima, incandescente y vitriólico como los vapores de un volcán en erupción, que se entusiasma con una idea que le apasiona, algo que puede redimir el camino recorrido hasta entonces.
Unas buenas interpretaciones, un guión peculiar, situaciones variopintas y un final inesperado, hacen «De Latir mi corazón se se ha parado» una película muy interesante.