Dirección: David Frankel.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 109 min.
Género: Comedia dramática.
Interpretación: Meryl Streep (Miranda Priestly), Anne Hathaway (Andrea Sachs), Stanley Tucci (Nigel), Simon Baker (Christian Thompson), Emily Blunt (Emily), Adrian Grenier (Nate), Tracie Thoms (Lilly), Rich Sommer (Doug), Daniel Sunjata (James Holt), Rebecca Mader (Jocelyn).
Guión: Aline Brosh McKeena; basado en la novela de Lauren Weisberger.
Producción: Wendy Finerman.
Música: Theodore Shapiro.
Fotografía: Florian Ballhaus.
Montaje: Mark Livolsi.
Diseño de producción: Jess Gonchor.
Vestuario: Patricia Field.
A mí que el tema de la moda me deja indiferente, y las rebajas se convierten en un tortura, esta película, en un primer momento no captó mi interés, pero a la luz de las buenas críticas cosechadas, la nominación de Meryl Streep como mejor actriz en la próxima gala de los Oscar y tratándose de una comedia, género del que solemos hacer pocas críticas en la blog, eran algunas razones que me han llevado a verla, y no me he arrepentido ya que me reído bastante.
Prima el buen rollito y el final feliz, pues hasta la mala de la película, la pérfida Miranda tiene su coranzocito como tendremos ocasión de comprobar, bajo esa fachada de arrogancia y soberbia con la que se mueve.
Todo comienza cuando Andrea recién licenciada como periodista, con buenas notas y algún trabajo periodístico premiado, tiene la gran suerte de entrar como segunda ayudante de Miranda, toda una leyenda dentro del mundo de la moda, donde dirige una prestigiosa revista de moda. Un millón de chicas quisieran ocupar ese puesto, le dicen nada más llegar.
Al conocer a su jefa, la marimandona, Miranda que tiene a todos más tiesos que una vela, bailando a su son, donde todo lo que dice va a misa, pues la única opinión que vale es la suya, la joven Andrea, que pasa de la moda, viste de modo vulgar, desconoce la existencia de Dolce & Gabbana, Calvin Klein, todos los colores le parecen iguales y cuyo sueño es trabajar como redactora de un periódico importante, su paso por la revista de moda lo entiende como un aprendizaje, una oportunidad que tiene que aprovechar y luego hacer lo que le en verdad le gusta que es ejercer en el periodismo.
Para ver la evolución de Andrea tras su inmersión en la empresa, vemos como la relación que Andrea mantiene con dos amigos y su novio se va enfriando, a medida que su nueva ocupación cada vez le absorbe más tiempo, le exige una dedicación plena, lo que hace que de su ángulo visión, su amigos y su novio pasen a ser sombras difusas, fuera de plano.
La acción se desplaza de Nueva York a la maravillosa ciudad de París donde tiene lugar un evento al que por casualidades de la vida Andrea tendrá ocasión de acudir y ceder a los encantos de un apuesto escritor que la desea desde la primera vez que la ve.
Meryl Streep borda su papel de mujer implacable, altiva, que despecha a sus semejantes sin miramientos, mirándolos por encima del hombro, como si estuviera sobre un tarima moral que le permitiera ningunear a cuantos tiene que tratar a diario, máxime tratándose de sus colaboradores.
Anne Hathaway está estupenda, en su mano a mano con Miranda con un rostro que abarca la sonrisa, la ternura, la decepción, la contrariedad, a medida que va implicándose más en un proyecto que cuanto más la hace ascender, más la distancia al mismo tiempo, de todo lo que era su vida anterior.
Destaca también Stanley Tucci con un papel en el que mostra su vena cómica, interpretando a Nigel uno de los colaboradores de Miranda con el que Andrea congenia desde el primer día el cual le ayuda a cambiar su imagen, la cual no pasará desapercibida para .., la cual a pesar de su indiferencia con sus colaboradores, más lista que los ratones coloraos, se empapa de todo lo que se cuece a su alrededor.
El vestido viste de Prada es una agradable y bienintencionada comedia que me ha hecho pasar un buen rato, con alguna carcajada que otra, merced a un tono cómico que se mantiene de comienzo a fin, mezclado con algún otro momento dramático, que no busca aguarnos la fiesta y un final feliz, moralizante, que contrasta con «el amor a la escalada» y «los juegos de cuchillos por la espalda» que priman y se fomentan día a día en la empresa privada.
Meryl Streep que tiene un porrón de nominaciones a sus espaldas y ya ha ganado dos Oscar, podría hacer triplete, méritos atesora, pues su interpretación es muy buena.