Interpretación: Philip Seymour Hoffman (Günther Bachmann), Rachel McAdams (Annabel Richter), Willem Dafoe (Thomas Brue), Robin Wright (Martha Sullivan), Grigoriy Dobrygin (Isaa Karpov), Nina Hoss (Erna Frey), Daniel Brühl (Maximilian). Guion:Andrew Bovell; basado en la novela de John le Carré.
El hombre más buscado es una estupenda película que hará las delicias de quien vaya al cine esperando ver una película que contenga suspense, intriga, buenísimas interpretaciones, un guión sólido y un final impactante. El guión, obra de Andrew Bovell, está basado en una novela de John Le Carré.
La historia que vemos resulta muy interesante. En Hamburgo (Alemania) están ubicadas agencias que luchan contra el terrorismo yihadista. Al mando de una de ellas está Günter, que hace el trabajo sucio que los alemanes, a tenor de lo que establece su Constitución, no pueden legalmente hacer.
Saltan todas las alarmas cuando llega a la ciudad portuaria de Hamburgo (estupendamente fotografiada, radiografiando así una ciudad gris, apagada, mortecina, fría, inclemente), Isaa Karpov, un checheno medio ruso, desgreñado y harapiento, quien tras haber sido torturado en Rusia, de donde huye, que tiene en su haber varias condenas por sabotajes, se presenta en la ciudad alemana buscando a un banquero, al cual reclamar el dinero de una herencia paterna.
Uno de los miembros de la casa en la cual se aloja Karpov, se pone en contacto con Annabel, una abogada que trabaja en una asociación que lucha por los derechos de los apátridas que buscan asilo en Alemania.
La historia se va poco a enredando, toda vez que Karpov contacte con el banquero y sepa que le espera una fortuna en forma de herencia, dinero que Karpov detesta porque está manchado de su sangre, al ser su progenitor un criminal.
Annabel se afanará en proteger a Karpov y a su vez Günter y los suyos tratarán de mantener al resto de las Agencias a raya, ganando tiempo, con la idea de que el dinero de Günter les permita echar el guante a un prestigiado árabe que aboga por el diálogo y la paz, al tiempo que financia ciertos movimientos insurgentes yihadistas, o eso es lo que Günter quiere demostrar con la investigación que tiene entre manos hace meses.
No voy a abundar en el argumento de la película para no desvelar ninguno de los muchos momentos sorprendentes que atesora.
Mantiene la película un ritmo fluido, trepidante diría, y se sostiene casi sola gracias a la memorable interpretación del desgraciadamente desaparecido Philip Seymour Hoffman, que se come la pantalla a bocados cada vez que aparece, al tiempo que bebe y fuma de manera compulsiva, en la piel de un espía amargado y cansado, dedicado en cuerpo y alma a su trabajo, como si no hubiera nada más que eso, un trabajo pleno que no deja resquicio para pensar en nada más, en una lucha denodada, sin cuartel, contra los esquejes del mal islamistas.
Muy bien definidos e interpretados están también el resto de los personajes, tanto Annabel (muy intensa y esforzada, siempre sensual, Rachel McAdams), una niña pija que quiere salvar el mundo con su bonhomía, el banquero, interpretado por Dafoe, que tiene la ingrata labor de limpiar la mierda de su padre, banquero, antaño conniviente con criminales y mafiosos, Martha de la Agencia americana, perro viejo que se las sabe todas y miente más que habla, o Erna (Nina Hoss, a quien recomiendo que veáis en la ineludible Una mujer en Berlín) que trata de mantener algo de humanidad en una tarea, la suya, que no deja lugar para los sentimientos.
Constatar como muchos de los Gerifaltes de estas Agencias ponen por delante sus intereses personales (su ansía de medrar, de obtener reconocimiento, de colgarse medallitas) antes que pensar en las personas como seres humanos que son, deja la esforzada e ingente labor de Günter en agua de borrajas, una injusticia, otra más.
Ya sabéis los daños colaterales de querer un mundo (paranoico y febril) mejor, más seguro.