Dirección: Oskar Santos. País: España.
Año: 2009.
Duración: 107 min.
Género: Drama.
Interpretación: Eduardo Noriega (Diego), Belén Rueda (Isabel), Angie Cepeda (Sara), Cristina Plazas (Pilar), Clara Lago (Ainhoa), Marcel Borrás (Juanjo), Carlos Leal (Armand), Luis Callejo (Carlos), José Ángel Egido (Vicente), Chema Ruiz (Héctor), Dritan Biba (Tariq).
Guión: Daniel Sánchez Arévalo.
Producción: Fernando Bovaira, Alejandro Amenábar y Álvaro Augustin.
Música: Fernando Velázquez.
Fotografía: Josu Inchaustegui.
Montaje: Carlos Agulló. Dirección artística: Isabel Viñuales
A menudo hasta que alguien no sufre una experiencia traumática no se replantea ciertas cosas. Esto es lo que le sucede al protagonista de nuestra historia, a Diego un médico que trabaja en la unidad del dolor de un hospital, quien en su empeño de que lo malo que ve en su quehacer diario no le afecte, finalmente se ha insensibilizado de tal manera, que no siente nada, ni las cosas buenas ni las malas.
Un día una paciente suya ingresa en el hospital embarazada y en coma. El doctor le comenta a su acompañante que no puede hacer nada por ella. Así que este ciego de dolor y desesperación se suicida encima de nuestro médico.
Algo se mueve entonces en el facultativo pues desde ese momento su trato con las pacientes cambia, ahora realmente cura a la gente, se preocupa y habla con ellos, obrándose mejorías inexplicables que podrían considerarse como milagrosas.
Junto a estas mejorías mágicas, que le hacen pensar a Diego que tiene poderes o que algo sucede y no sabe bien que es, se suceden otros cuantos dramas, ya sean familiares; nuestro médico está separándose de su mujer, que trabaja con ella en el hospital, o el de ese paciente que ve como lo ven cortando las extremidades mientras su mujer lo abandonado a consecuencia de su estado, o la mujer del suicida, adicta al alcohol que busca algo a lo que aferrarse.
Mezclar lo dramático con lo fantástico es una apuesta interesante si sale bien. En este caso la historia que a priori puede resultar interesante se ve lastrada por un ritmo mortecino, por unas interpretaciones poco consistentes, en especial la de Belén Rueda y la de un Eduardo Noriega que parece estar flipado toda la película (exceptuamos a Cristina Plazas y a Victor Clavijo que se consolida como un secundario de primera), y un guión que no se decanta por nada en concreto, insertando algunos momentos que aspiran a ser graciosos (como la aparición de la hija del médico en lucha constante con sus progenitores), pero que hacen de la historia un quiero y no puedo, un producto no obstante bien manufacturado en lo tocante a los aspectos técnicos, no olvidar que en la producción está Amenábar, y el guión es obra de Daniel Sánchez Arevalo (Gordos, Azuloscurocasinegro), pero que tiene muy poca alma, escaso recorrido. Eso que entendemos como algo fallido, que no cumple las expectativas.
La dirige Oskar Santos.