Dirección: Cesc Gay.
PaÃs: España.
Año: 2003.
Duración: 110 min.
Interpretación: Mònica López (Irene), Eduard Fernández (Mario), MarÃa Pujalte (SofÃa), Alex Brendemühl (Tomás), Vicenta Ndongo (Sara), Chisco Amado (Manu), Leonor Watling (Cristina),
Guión: Cesc Gay y Tomás Aragay.
Producción: Marta Esteban y Gerardo Herrero.
Música: Joan DÃaz y Jordi Prats.
FotografÃa: Andreu Rebés.
Montaje: Frank Gutiérrez.
Dirección artÃstica: Daniel Gimelberg.
En este caso la pelÃcula va de parejas. La mayorÃa de ellas con problemas existenciales. Ambientada en Barcelona, las personas que deambulan son seres perdidos, con la tristeza como maquillaje corporal con el cual salir ahà fuera a lidiar con el paso del tiempo que acrecienta la hipocresÃa y la falsedad en todos ellos.
Son situaciones llevadas al lÃmite, abrazadas al tópico de personas sin rumbo que huyen de lo que quieren, que reniegan de sus deseos y ansias para acabar frustrados.
En una de las parejas, ella siente atracción, no por su marido sino por una antigua compañera de estudios, con la que quisiera estar, y no puede, al estarlastrada por un matrimonio y un hijo.
Otra chica soltera, que trabaja en una librerÃa es el objeto de las pretensiones de un profesor de filosofÃa, con el que accede a salir, para después darle plantón por un francés con el que se revuelca al tiempo que se entera que está casado y tiene hijos.
En otra pareja el hombre no pasa por la puerta, por los cuernos que lleva en la cabeza y que sus quebraderos le da. El paso del tiempo y mucha sangre frÃa permite que la sangre no llegue al rÃo, y sepa lidiar con una infidelidad como si ésta fuese un elemento esencial en toda relación de pareja.
Un profesor se enrolla con su alumna adolescente (Marta Etura) y menor de edad con la que mantiene encuentros amorosos en su casa. Es una relación que ha de ser secreta y dónde los dos mundos opuestos solo son concéntricos en el sexo de ambos.
Las charlas que mantienen las protagonistas en un café en vez de servir para dar rienda a sus sentimientos, edifican una falsedad que crece cada dÃa, basada en mentiras y engaños, en donde nadie parece estar o ser como quisiera.
La fotografÃa de Andreu Rebés es magnÃfica, sobria en las recreaciones de las casas de los protagonistas, oscura en los garitos nocturnos de espléndidas canciones de jazz y muy a tono con el poco espÃritu que tienen los protagonistas.
Las interpretaciones son buenas y ricas en matices, en donde prima el lenguaje no corporal (miradas, gestos ). Destaca MarÃa Pujalte (en el papel de una chica muy petarda), Alex Brendemühl ( cuya mirada lo dice todo), Eduard Fernández, otro cuyos ojos hablan por sà solos y la atormentada Mónica López. Hay también un corto papel para Leonor Watling.
Basta ver la imagen final para entenderlo. Ir en contra de lo deseado es ser un animal enjaulado, enrabietado, enterrado en vida.
La pelÃcula puede explicar muchas cosas y callar otras tantas, pero cuando la mentira cuaja dentro de nosotros, hace que el edificio personal se venga abajo por dentro. La incomunicación que es el hilo conductor de la pelÃcula y el alimento de estas personas aquejadas de anorexia emocional los sume en una ceguera permanente que ni el contacto con sus amistades logra remediar.
La pelÃcula se rodó en ocho semanas y fue nominada a los Goya 2003 en cuatro candidaturas, mejor dirección, guión original, interpretación femenina de reparto (Mónica López ) e interpretación masculina de reparto (Eduard Fernández). No se llevó ninguno.
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