Dirección: Richard Linklater
Intérpretes: Jack Black, Joan Cusack, Mike White, Sarah Silverman, Joey Gaydos Jr.
Guión: Micke White
Comedia Rockera
USA 2003
No, no y no. No ha conseguido convencerme. El cine y los videoclubs tienen hoy en día tiene unos precios como para pensarse seriamente antes de ir si merece la pena pagar por ello, por lo que al menos yo suelo ir sobre seguro. Esta película ya me causó serias dudas en su momento, por lo que decidí no ir a verla en pantalla grande, pero ahora, al recuperarla en pantalla pequeña se han confirmado mis sospechas. ¡Menudo bodrio!
Pero para no ser injustos, vamos a justificar estas líneas.
Empecemos por el reparto: en cabeza, Jack Black, otro de estos payasetes, que de vez en cuando hace alguna que otra buena interpretación, pero que en general suele estar bastante sobreactuado y tiene unas pintas de friki de las que no puede librarse. Esta no es una de sus peores interpretaciones, incluso estuvo nominado al Globo de Oro, pero para los españolitos que vemos las películas dobladas, en la mayoría de los casos porque no nos queda otro remedio, hay una sorpresa incluida: la voz de Jack Black es la del cantante de El Canto del Loco, Dani Martín. ¿Pero ese chico no fue actor? El caso es que convierte una interpretación speedica que tal vez le pegue mucho al argumento en algo insoportable y que no pega ni con cola.
Alguno pensará que no es justo juzgar una obra por algo tan circunstancial como su doblaje en un determinado país, pero los productores deberían tener en cuenta esto y ahora tendrán que apechugar con las malas opiniones al respecto de la película, que se ve afectada por ello en gran manera. Si de otros sitios las críticas le son favorables, pues enhorabuena, pero esto es lo que hay.
Por ejemplo, Jack Black estaba estupendo en Alta Fidelidad (en la que compartía carten con John Cusack, haciéndolo en Escuela de Rock con su hermana, Joan) y su último personaje en el King Kong de Peter Jackson seguro que supone un buen empujón en su carrera.
En cuanto a la historia, es la típica de un semiadulto que intenta que una cuadrilla de chavales supere sus propios medios y triunfe, lo único que importa para conseguir el tan manido “sueño americano” y por supuesto, dejar en ridículo a los malos. Si la excusa suelen equipos deportivos y competiciones, en este caso es la música, pero el recorrido, de la nada al todo es el mismo. Hay algún chiste que no está mal por el camino, pero le falta mucho.
Al estar ambientada en un elitista colegio privado, parece flotar en el ambiente los referentes a El Club de los Poetas Muertos, aunque no tiene mucho que ver en el desarrollo, las actuaciones ni la edad de los chicos.
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