En la isla de Mallorca, por la zona de Alcudia, Antonia, una joven adolescente (Zoe Stein) veranea en casa de sus abuelos. La abuela murió y el abuelo (Miquel Gelabert Bordoy) deambula ausente, desarraigado de la realidad. La nieta, rebuscando entre cómodas y armarios encuentra los vestidos de su abuela. Decide ponerse uno de ellos. Cual magdalena de Proust, aquel atuendo rojo opera sobre el abuelo una recuperación de la realidad, sinestésica, sensorial. Ve, o evoca, a su mujer frente a la nieta. Algo renace, brota y se agita dentro. Los ojos chispeantes de nuevo. La memoria recuperada.
La joven, en formación fÃsica y espiritual ve el efecto que su vestuario obra sobre su abuelo. Algo que es mezcla de atracción y repulsa. Los genes, crean un determinismo, unos lazos de sangre que son nuestra condena y nuestra salvación.
LucÃa Aleñar Iglesias, directora y guionista del cortometraje Forastera explicita, en apenas veinte minutos, este caudal de emociones y sensaciones con una gran delicadeza y sensibilidad.