Dirección: Daniel Barber.
País: Reino Unido.
Año: 2009.
Duración: 97 min.
Género: Drama, thriller.
Interpretación: Michael Caine, Emily Mortimer, Charlie Creed-Miles, Ben Drew, Liam Cunningham.
Guión: Gary Young.
Producción: Kris Thyker y Matthew Brown.
Música: Martin Phipps y Ruth Barrett.
Fotografía: Martin Ruhe.
Montaje: Joe Walker.
Diseño de producción: Kave Quinn. Vestuario: Jane Petrie.
A pesar de su edad (77 años) Michael Caine sigue trabajando, actuando. En la película que nos ocupa, Harry Brown, aparece en casi todas y cada una de las escenas del film. Harry vive en una barriada de una gran ciudad, habitada por jóvenes gamberros que llevan al límite su belicosidad, disparando a una mujer frente a su hija de dos años, a quemarropa, como pasatiempo. La situación es irrespirable, pues a la mínima estos vándalos echan mano de las armas, apalizan a la gente, como hordas salvajes a quienes nadie pone freno, dado que la policía se toma esos asuntos como meros trámites administrativos, registrando las denuncias de las vecinas sin hacer nada más.
Harry echa la partida de ajedrez con un abuelete como él, en un bar, quien le cuenta que tiene miedo de esos jóvenes, quienes un día le llenan el buzón de mierda y otro día prenden fuego a bolsas de plástico frente a la puerta de su casa, corriendo el riesgo de morir asfixiado. Ante la pasividad policial el abuelo quiere hacer justicia y le cuenta a Brown que no permanecerá de brazos cruzados.
Brown pierde a su esposa y días después recibe la noticia de que su amigo ha muerto salvajemente asesinado, con heridas de sable y muestras claras de ensañamiento, sin que ninguna de los jóvenes que son llamados a testificar aporten luz a la investigación, enconados en un «sin comentarios», saliendo libres poco después.
Harry mira el lecho vacío, el cielo gris, visita la casa del difunto, y desde una ventana controla un paso subterráneo donde los jóvenes ejercen su reinado. Harry, observa, archiva y luego ejecuta. De su pasado sabemos que fue militar, en la Armada, y poco más. Harto como está de ver los desmanes y tropelías ejecutados por esa panda de gañanes y con un horizonte vital que se le antoja corto, decide seguir los pasos de su amigo, ejecutando su inacabada venganza personal a modo de justicia.
Las nuevas tecnologías están presentes. De este modo Harry verá con sus ojos sobre la pantalla de un móvil, el final agonizante de su amigo. Lo cual reforzará más si cabe su determinación de llevarse por delante la mayor chusma posible.
Tomarse la justicia por su mano es tema socorrido en el cine; Venganza, La extraña que hay en ti, La zona, Gran Torinio, etc…ya han abordado el tema, y Harry Brown tampoco viene a ofrecer nada nuevo sobre el asunto. Michael Caine está estupendo, como es habitual en él. La historia tiene chispa, y resulta bastante entretenida, viendo a Harry proceder a pesar de su edad y su maltrecha salud, deambulando por ambientes nocturnos (notable la fotografía de Martin Ruhe), besando el suelo en más de una ocasión, haciendo cosas poco propias de un octogenario. No falta violencia explicita, tanto en los crímenes como en la representación de esa olla a presión que es el barrio donde vive Harry ante la presencia policial antidisturbios, mostrada con crudeza. Sin ánimo de ser un fresco social, sí que retrata la vida de muchos jóvenes que sin oficio ni beneficio, hacen del trapicheo, la venta de drogas, y la no escolarización su estilo de vida, embrutecidos por el alcohol y las drogas, cegados por una violencia que los enajena, convertidos en bestias que matan el tiempo matando.