Hasta que la boda nos separe (Dani de la orden, 2020)

Las nuevas españoladas

El cine español de los últimos años, y las comedias en particular, están empezando a ser cortadas por el mismo patrón. Los que no podemos ser calificados de milenials pero tampoco de viejunos (algunos chanantes nos llamarían viejóvenes) todavía tenemos en mente un género muy castizo que eran las «españoladas».

Pues bien, heredando un poco de aquellas producciones de chiste fácil (cuanto mal hizo el destape, pero qué bien se lo pasó la gente) y un poco cogiendo la estela del cine de amiguetes de Santiago Segura y su Torrente, las comedias españolas van de la mano consiguiendo películas mediocres, pero que dan a la gente lo que busca.

Reparto solvente

En este caso que nos ocupa, la película en cuanto a producción es seria. Si miramos el reparto de Hasta que la boda nos separe (el título ya es una declaración de intenciones de por donde vamos, nada nuevo), no podemos decir que nos falte chicha. Tenemos como secundarios a los nominados al Goya Antonio Dechent y Adrián Lastra, dos grandes actores. Además a la siempre solvente en comedia Gracia Olayo. Coprotagonizando Silvia Alonso, a la que no tenía muy localizada pero que clava el papel de pija venida a más. Los dos protagonistas también son de relumbrón. Él, Álex García, más dado últimamente a las series y ella, Belén Cuesta, una de las actrices imprescindibles del cine español de los últimos años.

En el apartado de amiguetes tenemos en esos papeles más secundarios a rostros más que conocidos y de gran caché como Leo Harlem, Mariam Hernández, Ernesto Sevilla, Salva Reina, Malena Alterio, Antonio Resines o Jordi Sánchez.

Pero en la dirección tampoco tenemos a un Don Nadie. Nada menos que Dani de la Orden, de quién hace poco hablamos por Loco por ella, que ha dirigido uno de los éxitos entre las series de Netflix como Élite y otras comedias como El mejor verano de mi vida, que son divertidas.

Una historia ya vista

La historia, como pasaba en aquél Loco por ella, del mismo director y que comparte guionista, está ya vista, y no porque sea un remake de La wedding planner, película francesa del director Reem Kherici, que también, sino porque es algo muy trillado pero que sigue haciendo gracia.

Se trata de Marina, una niña que en el colegio era vapuleada por los compañeros y con un padre que «le enseñó» que las historias tipo Pretty Woman, con la que empieza la película, son de lo peor que la raza humana ha creado.

Así las cosas la niña llega a la madurez siendo wedding planner sin creer en las bodas, sin creer en la pareja y sin querer depender de nadie, aunque todos sabemos que en su interior aquellos sentimientos que aprendió a esconder de niña siguen latentes y tarde o temprano, a lo largo de la historia, tendrán que aflorar.

En esto que aparece en su vida Carlos y lo que parece un aquí te pillo y aquí te mato en una boda que ella organiza y que él es invitado, se acaba liando. Al final ella tiene que preparar la boda entre él y Alexia, una de las niñas que amargó la existencia de Marina en el colegio y que ahora es una pija con un padre rico que la trata como si aún tuviera 12 años.

A partir de ahí os podéis imaginar, te quiero no te quiero, tríos, amigos que dan consejos, todo muy estereotipado pero que, oye, funciona y la comedia y los líos no por previsibles hacen menos gracia. Por ejemplo, cuando te «presentan» una colección de botellas de vino de 600.000€ que está muy a la vista sabes que tarde o temprano se la cargarán. Quizás le falte un poco de mala leche, de ir más allá, pero se deja ver y es divertida.

Divertimento casero para una tarde de Domingo de verano en el sofá en la que el calor fuera es asfixiante y en casa es donde mejor se está, sin esforzarse mucho ni física ni mentalmente.

Trailer de Hasta que la boda nos separe

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