Dirección: Jon Turteltaub.
Reparto: Nicolas Cage (Ben Gates), Jon Voight (Patrick Gates), Harvey Keitel (agente Sadusky), Ed Harris (Mitch Wilkinson), Diane Kruger (Abigail Chase), Justin Bartha (Riley Poole), Bruce Greenwood (presidente de los Estados Unidos), Helen Mirren (Emily Appleton).
Guión: The Wibberleys; basado en un argumento de The Wibberleys, Ted Elliott y Terry Rossio; basado en los personajes creados por Jim Kouf, Oren Aviv y Charles Segars.
Producción: Jerry Bruckheimer y Jon Turteltaub.
Música: Trevor Rabin.
Fotografía: John Schwartzman y Amir Mokri.
Montaje: William Goldenberg y David Rennie.
Diseño de producción: Dominic Watkins.
Vestuario: Judianna Makovsky.
USA 2007
La segunda parte de una película siempre es una trampa. Hay “falsas” segundas partes, como la reciente Kill Bill, diseñada ya así, o El Señor de los Anillos, que es una historia dividida en tres películas (y en tres libros originalmente), que hay que tratar como una única película.
Pero como digo, una segunda parte se balancea en el terreno peligroso de tener que ser fiel a los personajes y mantener ciertos aspectos de su o sus predecesoras, a poder ser los que le dieron el éxito (no se hacen segundas partes de películas que no han sido un éxito). Como eso es difícil de saber, hay veces en que una segunda parte pierde toda la gracia que tenía la primera porque no han sabido mantener lo necesario. También han de limitar las similitudes, porque sino nos parecerá estar viendo otra vez la misma película.
Así, las segundas partes han de ser más de lo mismo, pero sin ser exactamente lo mismo. Como digo, una trampa en la que te puedes pillar. Hagan lo que hagan siempre habrá un grupo de detractores que digan que se repiten, y al mismo tiempo, alegando los mismos motivos, también estarán los incondicionales a los que todo les parecerá estupendo.
Todo esto para hablar de una segunda parte, esta que nos ocupa, la de La Búsqueda. Uno de los aciertos de la original era esa mezcla de historia y acción que aúna, muy al estilo de Indiana Jones (que los fans me perdonen), aunque este es arqueólogo y tira más al monte, mientras que Ben Gates, el protagonista de La Búsqueda se centra más en la historia de los Estados Unidos, es más patriótico y sus aventuras ocurren en lugares clave de suelo norteamericano. No en vano el título original de National Treasure deja las cosas bastante claras al respecto.
A raíz de lo que hablábamos al principio, se mantiene ese aspecto en la segunda parte. En esta ocasión sus aventuras acabarán por llevar al Monte Rushmore, pero antes pasan por robar a la mismísima reina de Inglaterra en el Palacio de Buckingham o darse un paseo por París donde unos amables gendarmes les ayudan mucho más de lo esperado.
Todo el embrollo empieza cuando reaparece una hoja perdida del diario de John Wilkes Booth, el asesino de Abraham Lincoln, en la que parece incriminar a uno de los antepasados de Ben, que se ve en la obligación de limpiar el apellido de su familia.
En el inicio de la peli vemos una recreación de lo ocurrido en aquellos momentos en que se destruyeron las hojas del diario y del propio asesinato de Lincoln, incluyendo el grito de “sic semper tyrannis” (así siempre a los tiranos). Imposible no recordar una de las películas que hicieron historia en el discurrir del cine en sus inicios, El nacimiento de una nación, de David W. Griffith, que en 1915 también nos mostró como ocurrieron esos mismos hechos, entre otros, en un alarde técnico para aquella época.
La acción es trepidante, eso no se le puede negar, recordando quizás más a Tomb Raider que a Indiana Jones, más aún cuando aparece el padre de Lara Croft, que también es el de Ben Gates, me refiero al actor Jon Voight. Lo único recriminable es que el protagonista haga fácil lo imposible casi sin preparárselo, con 4 planos y un compañero que tiene acceso a todos los sistemas con pinchar un cable. Así lo vemos en esta misma película hacer cosas tan improbables como robar en el Palacio de Buckingham, como decía antes, secuestrar al Presidente de los Estados Unidos, colarse y registrar el Despacho Oval de la Casa Blanca y otras cuantas barbaridades que logra hacer sin despeinarse y al rato de que se le ocurran.
En cuanto al reparto, además de Jon Voight, se mantiene lo esencial de la primera parte, Nicolas Cage sigue siendo el intrépido, eficiente, aventurero y chulesco protagonista. Justin Bartha hace muy bien su papel de torpe, pardillo e infravalorado amigo/ayudante. La alemana Diane Kruger, a pesar de que su personaje y el de Cage están divorciados, vuelve a ser la sombra y la gran mujer detrás del gran hombre, funcionando como apoyo indispensable. El insulso personaje del poli que interpreta Harvey Keitel también se mantiene, aunque es uno de los que podían haber excluido, porque no tiene mucha gracia.
Entre los que se apuntan como nuevos en esta entrega destaca Hellen Mirren, como erudita madre del protagonista, un personaje que puede quedarse, porque la tercera parte, por si quedaban dudas, ya está prevista para 2010. El malo en esta ocasión es un serio Ed Harris que hace bien su papel, aunque me queda ese regustillo tan típico de haberlo visto antes. Con lo buen actor que es, me parece que empieza a repetirse mucho. Para los seguidores de la serie Jericho, verán a Alicia Coppola, la entregada inspectora de hacienda allí, que aquí interpreta a una agente del FBI, pero su aparición es mínima.
Crítica | La Búsqueda (Primera Parte)
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