Dirección y guión: Tamara Jenkins.
Reparto: Laura Linney (Wendy Savage), Philip Seymour Hoffman (Jon Savage), Philip Bosco (Lenny Savage), Cara Seymour (Kasia), Peter Friedman (Larry), Gbenga Akinnagbe (Jimmy), Tonye Patano (Srta. Robinson), Guy Boyd (Bill), David Zayas (Eduardo), Debra Monk (Nancy Lachman).
Producción: Ted Hope, Anne Carey y Erica Westheimer.
Música: Stephen Trask.
Fotografía: Mott Hupfel.
Montaje: Brian A. Kates.
Diseño de producción: Jane Ann Stewart.
Vestuario: David C. Robinson.
USA 2007
En los Oscar’08, los del año pasado, sorprendió esta película menor por las 2 nominaciones que obtuvo: a la mejor actriz para Laura Linney y al mejor guión, escrito por Tamara Jenkins, que también es la directora. Una vez vista creo que le faltó al menos otra nominación, para Philip Seumour Hoffman, que está increíble también.
Es una película realista, dura y envuelta en un halo de tristeza, en fin, una película triste en sí misma, por el tema que trata. Wendy (Linney) y Jon (Hoffman) interpretan a dos hermanos que se ven en la tesitura de tener que cuidar a su anciano padre, que sufre de una demencia senil que les obliga a internarlo en una residencia.
Ambos se mueven entre la tristeza de ver a su padre en tal estado y el hecho de que ese mismo hombre fue la principal causa de su dura infancia. Por fin se habían librado de él pero ahora algo les dice que deben ayudarlo.
Ambos hermanos son escritores. Jon además da clases en la universidad y tiene una novia extranjera cuya relación se ve afectada por la finalización del permiso de residencia de esta, pero las cosas le van bien y está en una posición relativamente acomodada. Wendy sin embargo es un desastre en lo emocional y lo laboral.
Los caminos de ambos en la vida van dictados por las formas de ver las cosas. Al enfrentarse al dilema que les causa tener que cuidar a su padre ambos lo hacen también de diferente manera. Jon ve la parte práctica y entiende que hace lo que se tiene que hacer, le guste o no. A Wendy sin embargo le reconcomen los remordimientos y la inseguridad.
El trabajo excelente de ambos actores y un guión perfectamente estructurado consiguen hacernos entender cada uno de los pasos que toman los dos hermanos y la coherencia de sus acciones hace que nos metamos de lleno en la fascinante historia, que sin embargo es muy sencilla y está plagada de hechos cotidianos y que muchos hemos podido vivir en nuestras propias carnes de una u otra manera, o verlo en gente muy cercana.
Por una lado ese sentido de estar viendo casi un documental, o mirando por la ventana lo que le pasa a nuestros vecinos es un gran acierto y algo muy difícil de conseguir. La acción va discurriendo por unas vías que la humanizan, sin grandes virajes y manteniendo su constancia.
A muchos les dará qué pensar, a otros les hará llorar, habrá quien lo vea muy cercano… o nada de esto, pero simplemente las emociones que destilan los actores la hacen digna de ver.
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