Esta película la vi hace más de 20 años y el recuerdo que tenía era que me había gustado. Vista ahora me ha resultado un tanto aburrida, lo cual no deja de ser curioso al tratarse de una película en la que no dejan de sucederse toda clase de aventuras. Está basada en la inmortal novela de Michael Ende, La historia interminable, que no descubro nada si afirmo que es infinitamente mejor que la película.
Si en la serie Once upon a time todo giraba en torno a mantener la fe en los cuentos, la magia y en la imaginación, algo parecido sucede en esta película, en la que el Reino Fantasía está en peligro, reino que viene a ser como una secrección mental de los humanos, y en la medida en la que estos dejan de fantasear y ponen los pies en la tierra, dicho reino no tiene ya razón de ser y se ve hostigado por la nada, ese gran nihilismo dispuesto a borrarlo todo.
Por otra parte tenemos un niño que es un lector compulsivo. Un día entra por error en una librería y allí el librero muy agudamente propicia que el niño se lleve un libro. El libro es la historia interminable. Ni corto ni perezoso el niño en lugar de asistir a clases se escabulle por una puerta que conduce a una especie de sótano en el centro educativo y allí se dispone a pasarse las horas leyendo. Hasta que se hace de noche, sin que esto cause la alarma en nadie, ni siquiera en su padre con quien convive.
El niño lee el texto con ansia, subyugado, y llega un momento en el que debe formar parte del libro, pues él como lector activo tiene la potestad de salvar el reino fantasía y a fe que lo hará, ayudando a Atreyu, héroe infantil que hará lo propio en el libro, corriendo toda clase de aventuras, enfrentándose a todo tipo de peligros, conociendo criaturas increíbles como la vetusta Morla, el dragón Blanco a cuyos lomos viaja, el monstruo que come piedras, etc.
Los efectos especiales, a día de hoy está un poquito desfasados, pero más allá de eso, que es inevitable, la historia resulta bastante trabada, aunque afortunadamente no es interminable y se clausura 92 minutos después de comenzar.
Me quedo con la idea de que hay que mantener y defender la imaginación, las ganas de soñar, y fantasear, que somos en definitiva memoria e imaginación, y que esta última es lo que nos caracteriza a nosotros los humanos.
Tenía intención de volver a verla, ya que tenía buen recuerdo de ella también, pero creo que si quiero mantenerlo debería dejar las cosas como están 🙂