Langosta pelÃcula de Yorgos Lanthimos de 2015 es la tÃpica rareza (que he podido ver en Filmin), aquella que parece que fuera a renovar el adocenado espacio filmico. Después de verla creo que como mucho da para un cortometraje de media hora.
El punto de partida es interesante. Aquellas personas que no son capaces de emparejarse con otras personas afines del sexo contrario son convertidas pasado un plazo de unos dÃas en el animal que prefieran.
El amor entre ellos no brilla por ninguna parte más bien se unen y arremolinan merced al interés por no ser animalizados.
Allá va a parar un hombre que poco después logrará huir del hotel en el que está confinado para adentrarse en el bosque aledaño junto con otros fugitivos que viven al margen del sistema. Del bosque van a la ciudad y sortean al sistema que los intenta identificar como subversivos.
El hombre se enamora de una mujer con la que mantiene una relación extraña, que para más inri será cegada por la jefa que no ve con buenos ojos las deserciones. El sustrato de la pelÃcula es la misma ponzoña que existe en las pelÃculas de Haneke, de Trier.
Las secuencias se suceden sin transición, sin que suceda nada relevante o significativo, a no ser que el tedio sea relevante. Si la satisfacción va en proporción al interés, aquà este es nulo.
La música machacona y las caras de perturbados de los protagonistas ponen la pizca macabra a una pelÃcula que como el niño revoltoso no sabe qué hacer para llamar la atención.
En suma: dos horas perdidas. Ay Roberto, cuando te pille.