Durante 85 mÃnutos únicamente veremos a un hombre conduciendo. ¿es una road-movie?. Se llama Ivan Locke, va camino del hospital porque va ser padre de un niño, concebido por una mujer con la que Locke se acostó una sóla noche. ¿Rizar el rizo?. Sà mucho. Pero hay más. El dÃa siguiente va ser muy importante en su trabajo porque van a echar cemento en una obra en la que Locke es el responsable. Al poner pies en polvorosa el dÃa antes de la gran cementada, lo cesarán en su puesto. SÃ, amigos, el mercado era esto, la trayectoria, papel mojado.
Durante casi una hora y media, camino del hospital, de noche, Locke no hace otra cosa que hablar por el manos libres, con el hombre que le va a sustituir en la obra de extranjis (su segundo de a bordo), con su jefe que le canta las cuarenta por dejarlos tirados, con su mujer, la cual alucina con lo que su «perfecto esposo» le está contando, con el hijo de ambos que la narra un partido que está viendo en televisión, con la enfermera que urge a Locke a que llegue al hospital pronto, pues la parturienta no tiene a nadie más cerca y se hace imperativa su presencia. En definitiva, Locke, mientras conduce y en lenguaje cervantino, irá desfaciendo agravios y enderezando entuertos.
De llamada en llamada, vamos consumiendo los minutos (poco más de 80), los kilómetros, las rayas discontÃnuas de la carretera, mientras Locke trata de retener su mundo, que va haciendo aguas: perdiendo su puesto, a su mujer, su familia, etcétera.
Quizás el lloro de ese bebe que oÃmos al final, sea el heraldo de un nuevo mundo, de otra vida, de otra segunda oportunidad, o quizá no, no lo sabremos. Leo que Locke es un documental sobre el rostro de un actor, el de Tom Hardy. Es una buena definición. Leo también que el hombre que sube en el coche es distinto del que baja, también me vale.
Lo que consigue el director y guionista, Steven Knight, no es nada fácil, si no se cuenta con un inteligente guión y un buen actor. Con ambas cosas cuenta Knight asà que el resultado es satisfactorio, y angustiante, algo similar a producciones tan asfixiantes como The Descent, La cabina, o Buried.. Por cierto, Luis Tosar está rodando El desconocido, donde la plantan un bomba en el coche y no se puede bajar del mismo si no quiere volar por los aires.