Dirección: Niels Arden Oplev.
Reparto: Michael Nyqvist (Mikael Blomkvist), Noomi Rapace (Lisbeth Salander), Lena Endre (Erika Berger), Sven-Bertil Taube (Henrik Vanger), Peter Haber (Martin Vanger), Peter Andersson (Nils Bjurman), Marika Lagercrantz (Cecilia Vanger), Ingvar Hirdwall (Dirch Frode), Björn Granath (Gustav Morell), Ewa Fröling (Harriet Vanger).
Guión: Nicolaj Arcell y Rasmus Heisterberg; basado en la novela de Stieg Larsson.
Producción: Søren Stærmose.
Música: Jacob Groth.
Fotografía: Eric Kress.
Montaje: Anne Østerud.
Diseño de producción: Niels Sejer.
Vestuario: Cilla Rörby.
Suecia, Dinamarca, Alemania
Año: 2009
No sé si quedará alguien que no haya oído hablar del libro de moda, “Los hombres que no amaban a las mujeres”, de la trilogía (de culto, nos la venden), del difunto escritor sueco Stieg Larsson (no confundir con la escritora Asa Larsson, autora del superventas Aurora Boreal). El libro se ha convertido en un éxito de ventas en España y en otros muchos países y poco después de la publicación del libro, tuvimos la película que nos ocupa. La segunda entrega (La chica que soñaba con un cerilla y un bidón de gasolina) estará en nuestros cines el mes que viene.
El libro, que en su día leí, me resultó entretenido, ameno para pasar unas cuantas horas embebido en la lectura de un libro que es un tocho. La película es una adaptación más o menos fidedigna del libro, pero como a menudo sucede es complicado trasladar cientos de páginas a la pantalla, porque siempre hay cosas que se escapan o no se explicitan como debieran. No obstante los personajes tampoco tienen mucho calado en el libro, haciéndose más hincapié en el dúo formado por Mikael y Salander, así que su traslación a la gran pantalla apenas se resiente.
El primero es un periodista que tras acusar a un empresario es enviado a la cárcel por difamación, al no poder confirmar lo afirmado en su artículo, y que antes de ser enviado una temporada a prisión, es requerido por un empresario del grupo Vanger, para que investigue la desaparición de su sobrina Harriet, a lo que Mikael, sin nada mejor que hacer, accederá.
La segunda es Salander, una joven mujer delgada y correosa, con piercings varios en su cara, experta hacker informática, que esconde un pasado aciago que se nos ofrece con cuentagotas, pero que explicaría su proceder presente. Su madre está interna en una residencia, con daños psíquicos causados por su marido. Un tutor legal será el encargado de controlar las finanzas de Salander, un tutor que obtendrá su merecido a su lujuria desenfrenada y su desprecio por las mujeres.
Las existencias de ambos se entremezclan y desde ese momento aunarán esfuerzos para saber qué ocurrió con Harriet, al tiempo que pondrán cara a un asesino que durante años campó a sus anchas, sin ser detenido.
La duración de la película, alrededor de dos horas y media, podría parecer excesiva, pero el caso es que se ve sin apenas esfuerzo, merced a una buena dosificación de la intriga, trufada la historia con episodios macabros, algunos de índole sexual, con un interesante tira y afloja entre Mikael y Salander y al descubrimiento de elementos que permiten avanzar en la investigación para un final de traca.
Vista ya la primera parte de la trilogía, me quedo con ganas de ver la segunda, si bien el segundo libro, me gustó bastante menos que el primero, pero quizá la adaptación cinematográfica me sorprenda y nos encontremos ante una película tan entretenida como esta.