Dirección y guión: Jessica Hausner.
PaÃses: Austria, Francia y Alemania.
Año: 2009.
Duración: 99 min. Género: Drama.
Interpretación: Sylvie Testud (Christine), Léa Seydoux (MarÃa), Bruno Todeschini (Kuno), Elina Löwensohn (Cécile), Gerhard Liebmann (padre Nigl), Gilette Barbier (Sra. Hartl), Katharina Flicker (Sonja), Linde Prelog (Sra. Huber).
Producción: Martin Gschlacht, Philipe Bober y Susanne Marian. FotografÃa: Martin Gschlacht. Montaje: Karina Ressler.
Dirección artÃstica: Katharina Wöppermann. Vestuario: Tanja Hausner
Lourdes se ha convertido hace ya tiempo en un parque temático de la fe. Está claro que ante situaciones desesperadas el ser humano se aferra a lo que sea, y sea creyente o no, muchos son los que cada año, desde cualquier parte del planeta se dirigen a la localidad francesa de Lourdes, con la esperanza de que la Virgen, los sane o minore en algo sus dolencias.
La pelÃcula recoge el paso por la ciudad de un grupo de personas que auxiliados por unas voluntarias y voluntarios pasarán unos dÃas en Lourdes, realizando todas las actividades propias de su visita, que comprenden baños, visitas a la Iglesia, misas grupales, etc.
Christine, una de las jóvenes postrada en una silla de ruedas, impedida de brazos y piernas, pedirá con todas las fuerzas que se obre el milagro, el cual tendrá lugar. Ante esa situación la actitud de sus compañeros de viaje es dispar; están los que se alegran de corazón, los menos, porque la mayorÃa, cegados por la envidia, se hacen la siguiente pregunta ¿por qué ella y no yo?.
Es el egoÃsmo, la salvación de uno mismo, el sentimiento que se impondrá sobre cualquier otro. Por no mentar cómo el hecho de pasar de estar postrada en un silla de ruedas, a caminar por su propio pie, obrará también el milagro de que las miradas de los hombres que si antes se posaban en ella cargadas de compasión ahora lo hagan con el fulgor del deseo.
Para nada la pelÃcula es una crÃtica furibunda contra los que creen en este tipo de cosas, sino que con gran maestrÃa y sutileza, Jessica Hausner (directora y autora de este meritorio guÃon) presenta una mirÃada de personajes dispares, que vistos en conjunto y en perspectiva conforman un fresco plausible del alma humana, azuzada por la duda, el orgullo, la bondad, en una marejada de sentimientos que la razón dificilmente logra canalizar, donde se tocan muchos temas fundamentales y donde el personaje del cura desempeña un papel crucial (como se suele decir no da puntada sin hilo y algunas conversaciones quedan para el recuerdo, como cuando el cura interpela a Christine sobre si el hecho de que esta pudiera mover brazos y piernas la harÃa más feliz, cuando lo importante es cambiar lo de dentro, planteando la pregunta de qué es ser normal).
No hay concesiones para el sentimentalismo, ni para los lloriqueos. Prima la sequedad emocional. Cada uno tiene sus razones para estar allÃ. No todos buscan un auxilio corporal, sino también mental, o simplemente anhelan y piden la gracia divina que les otorgue la presencia de alguien que ocupe el hueco insondable que deja la soledad en el hogar.
La fe no unifica la conducta de los creyentes, ni todos la viven en igual modo. Precisamente la joven en la que se obra el milagro no es creyente, lo cual todavÃa crispa más a los devotos, que ven como sus rezos, plegarias y el seguimiento a pies juntillas de las palabras de Cristo, y sus reiteradas visitas a Lourdes, no suponen una preferencia, una mejor posición entre esos que se verán agraciados con la gracia de Dios en forma de milagro sobre su persona, y es que los caminos del Señor son tan inextricables como lo es su forma de actuar.