Dirección: Peter Farrelly y Bobby Farrelly.
País: USA. Año: 2007. Duración: 115 min.
Género: Comedia romántica.
Interpretación: Ben Stiller (Eddie Cantrow), Michelle Monaghan (Miranda), Malin Akerman (Lila), Jerry Stiller (Doc Cantrow), Rob Corddry (Mac), Carlos Mencia (Tito Hernández), Scott Wilson (Boo), Danny McBride (Martin).
Guión: Bobby Farrelly, Peter Farrelly, Kevin Barnett, Leslie Dixon y Scot Armstrong; basado en el guión original de Neil Simon para la película «El rompecorazones» (1972); a partir del relato «Cambio de planes» de Bruce Jay Friedman.
Producción: Ted Field y Bradley Thomas.
Música: Brendan Ryan y Bill Ryan. Fotografía: Matthew F. Leonetti.
Montaje: Alan Baumgarten y Sam
Dos horas tiradas. Esto es lo que siento tras haber visto Matrimonio compulsivo, comedia de los hermanos Farrelly, protagonizada por Ben Stiller, que va de lo siguiente.
Eddie va a cumplir cuarenta años y sigue soltero. La novia con la que estuvo saliendo cinco años se casa y él está invitado a la boda. Apremiado por un amigo que le exhorta a casarse, un buen día conoce fuera de una lavandería a una mujer llamada Lila a quien le acaban de robar el bolso. Por increíble que parezca, a pesar de que ella tiene las trazas de una top model y él de un Don Nadie propietario de una tienda de artículos deportivos, surge el amor entre ellos y seis semanas después de haberse conocido dan el sí quiero frente al cura, dispuestos a pasar el resto de sus vidas juntos.
A menudo las prisas son malas consejeras y en temas amorosos aún más. Así que ya de luna de miel rumbo a México, la pareja va viendo que no están hechos el uno para el otro. Eddie es bastante picajoso y rarito. A ella que le encanta cantar canciones en el coche, tiene un pasado bastante espinoso con querencia por las drogas, a resultas de lo que tiene un tabique perforado y sin haber trabajado en su vida, dista mucho del ideal de mujer perfecta que Edward había esculpido en su mente.
Camino de México, Eddie ya descubre que Laila es una depredadora sexual, practicante de posturas increíbles como el “sacacorchos invertido”, o el “martillo neumático”, mientras que él, más clásico y menos flexible que ella, se conforma con practicar la postura del misionero.
Ya en México, en un lugar paradisiaco, en un Resort frente a la playa, la incompatibilidad de caracteres se irá manifestando paulatinamente y tardan poco tiempo en echarse los trastos a la cabeza. Al poco de llegar, Laila se quema al sol y debe guardar reposo, curando sus ampollas y su cuerpo enrojecido. Eddie aprovecha esta circunstancia para intimar con Miranda, una guapa joven, que está allí con su familia de vacaciones. Entre ambos hay conexión y Edward consciente de su error, estaría gustoso de cambiar a Lila por Miranda.
Por medio hay unos cuantos malentendidos, unos mariachis poco oportunos (ya es habitual en los Farrelli este tipo de chistes), algunas situaciones hilarantes, para una comedia que no acaba de cuajar. Los Farrelly repiten situaciones ya vistas en otras películas, con el sexo, el amor y el desamor, como armazón narrativo. Sus dos horas de duración se hacen eternas, y ese final feliz a medias acaba de joderlo todo. Ben Stiller sigue repitiendo una y otra vez el papel de Perdedor.
La he visto doblada al castellano así que supongo me habré perdido todo ese juego de voces que se trae Stiller en tierras mexicanas, pero no pasa nada, en nada hubiera enmendado mi opinión sobre esta comedia.
Reconocer eso sí, la vis cómica de la actriz que encarna a Lila, Malin Akerman, una impresionante mujer rubia, nacida en Suecia, de 31 años, que comenzó como modelo y que aquí tiene un papel todo menos agradecido.