Dirección y guión: George Gallo.
PaÃs: USA. Año: 2008. Duración: 100 min.
Género: Comedia romántica.
Interpretación: Antonio Banderas (Tommy), Meg Ryan (Marty Durand), Colin Hanks (Henry Durand), Selma Blair (Emily), Keith David (John Conrad), Eli Danker (Jean-Yves), Tom Adams (Niko).
Producción: Avi Lerner, Heidi Jo Markel, Richard Salvatore y Julie Gallo.
Música: Chris Boardman. FotografÃa: Michael Negrin.
Montaje: Augie Hess.
Diseño de producción: Bob Ziembicki.
Vestuario: Sara Markowitz.
Vi la pelÃcula por ver que tal interactuaban Antonio Banderas y Meg Ryan. El resultado es nefando, una patochada que no aportará ningún valor a las carreras de estos dos actores. Banderas es un presunto ladrón que casualmente se enamora de una mujer que acaba de perder más de 30 kilos y está divina de la muerte. El hijo de esta viene de visita con su novia, ambos trabajan para el FBI y se van a casar. Surge el flechazo entre Banderas (Tommy) y Ryan (Marty) y el tema es que el FBI sabe que Tommy es un ladrón que va a dar un golpe en un museo. Asà que organizan todo el dispositivo para trincarlo, mientras Marty comprueba como su prÃncipe azul pierde color ante sus ojos.
Como comedia la pelÃcula tiene muy poca gracia salvo algún chistecillo como el numerito de la araña, porque en el resto de sketch, ni los actores se creen lo que hacen como se ve en la escena final, en la que se apuntan con las armas unos a los otros.
La intriga es mÃnima y se guarda el as en la manga para el final para desvelar la auténtica identidad de Tomy.
Ryan ha pasado de ser la noña de américa a despendolarse en pelis como En carne viva o aquà que hace de pendón desorejado, con ganas de marcha y unos labios operados que le hacen parecer el Joker de Batman. Por lo demás está estupenda y tiene un cuerpÃn muy lucible.
Banderas acomete otro papel de galán, divertido y cómico que despacha sin miramientos sin que su personaje trasciende nada de nada, como sucede con el resto de actores y actrices que desfilan por la pantalla.
Una comedia fallida, cuyo guión, de haberse llevado al paroxismo del absurdo podÃa haber tenido algún aliciente, pero donde los convencionalismos, su escaso mordiente, su burdo desarrollo, su linealidad y escasas miras la abocan al fracaso y al olvido inmediato.