País: Italia
Año: 2005
Género: Drammatico
Director: Angelo Longoni
Intérpretes: Laura Morante, Alessio Boni,
Eleonora Ivone, Valeria Milillo
Marco Ragno, Andrea Ragno,
Cesare Adolfo Bocci
Alberto Bognanni
Riccardo Volpato, Angelo Longoni,
Guia Zapponi, Alberto Tordi, Margherita Longoni
Productor: Fulvio Lucisano
Ninguna relación guarda el título de esta película con la de Salvatores (Non ho paura).
Dirige Angelo Longini, curtido en lindes televisivos, tras haber dirigido unas cuantas películas para este medio, y alguna serie, como la del Comisario Montalbano).
Lo que Longini nos ofrece es una thriller psicológico, con una pareja recientemente separada, como consecuencia de una infidelidad de ella, Laura (Laura Morante), lo que hace que a su ex-marido Franco (Alessio Boni), se le desborde un sentimiento de odio y rencor hacia su ex-pareja, que lo vuelve violento, e irascible, que salta a la mínima y que hará todo lo posible para hacerse con la tutela de su hijo. Franco anda saliendo con una chica, cuya relación esconde tanto a los ojos de su ex-mujer como a los de su hijo, y a la que ve furtivamente (esclarecedora escena, la del parque con el perro abalanzándose sobre Franco)
Quien pagará los platos rotos de esta tormentosa relación es su hijo en común, Luca, que vive en ese fuego cruzado y lo asimila, creando en su imaginación un alter ego, un niño imaginario, que excita su vena más macarra y violenta, conminándolo a hacer cosas, la mayoría violentas, que él detesta. De hecho la película comienza, con Luca en una comisaría, donde un policía le toma declaración. Se presume pues que alguien ha muerto y que Luca tiene algo que ver.
Laura se gana la vida poniendo su voz en una línea erótica, y tiene la desgracia de toparse verbalmente, con un pedófilo, Ángelo, que la amenaza telefónicamente. Laura comienza a obsesionarse y a ver fantasmas, cree que la persiguen, e incluso llega a cambiar de residencia.
La historia tiene sus momentos de interés, y de tensión latente, gracias a las convincentes interpretaciones de Laura Morante y Alessio Boni, en especial en los enfrentamientos verbales que ambos mantienen cada vez que deben pasar un rato juntos. Del mismo modo hay otros frentes abiertos: como la forma en la que los niños asimilan las separaciones de sus padres y el daño que esto les causa, o como los progenitores son capaces de usar a sus hijos como moneda de cambio a la hora de negociar una separación. Frentes que simplemente se esbozan sin apenas darles un desarrollo posterior.
El pedófilo telefónico en mi opinión sobra, pues solo aporta a la historia el elemento necesario para despistar lo suficiente como para que la película no sea del todo previsible.
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