Paintball

Dirección: Daniel Benmayor.
País: España. Año: 2008. Duración: 86 min.
Género: Terror.
Interpretación: Brendan Mackey (David), Neil Maskell (Frank), Patrick Regis (Eric), Jennifer Matter (Anna), Peter Vives (John), Claudia Bassols (Claudia), Anna Casas (Brenda), Iaione Pérez (Iris), Felix Pring (cazador), Josep Seguí, Lada Rudakova, Joyce Müller.
Guión: Mario Schoendorff.
Producción: Julio Fernández.
Música: Xavier Capellas y Maikmaier.
Fotografía: Juanmi Azpiroz.
Montaje: Marc Soria.
Dirección artística: Balt

El Paintball es una actividad recreativa muy de moda estos últimos años. Sin ir más lejos en las dos últimas despedidas de soltero que he tenido, tuve ocasión de practicarla con resultados dispares. Si el sitio es boscoso y hay un río por medio la aventura resulta más atractiva, si te toca una explanada yerma, con unas cuantas construcciones en las que guarecerte resulta más aburrido.

Comienza la historia con un grupo de hombres y mujeres a bordo de una camioneta con las manos esposadas y capuchas en las cabezas. Llegado un determinado momento, un altavoz reparte unas instrucciones acerca de cómo funciona el juego. Parece ser que casi todos ellos han tenido experiencias previas en Paintball clandestinos. Bajan de la camioneta y les dejan en tierra firme, donde deben conquistar un número de banderas. Como oposición hay otro grupo de jugadores. Un grupo lleva cintas verdes, el otro naranja. Es la manera de diferenciarse.

El grupo verde está comandado por un comandante, capaz de interpretar el mapa topográfico que les dan. Ya casi desde el primer momento surgen las desavenencias en el grupo. Camino de la primera bandera ya les dan para el pelo y deben salir cagando leches de un autobús desvencijado cuando en su interior caen unos cuantos botes lacrimógenos. Poco después uno de ellos se hace con un chaleco antibalas, y recibe un balazo, de verdad, para morir poco después. El mensaje es claro, aquello deja de ser una actividad recreativa para devenir en una lucha a muerte por sobrevivir.

No sé como será en versión original, pero doblado al castellano, da gusto ver como van cayendo todos los participantes del juego uno detrás de otro, porque no hay alma cristiana que aguante tamaña tortura: no callan ni un momento, y encima su malestar resulta tan impostado que su desventura provoca más la hilaridad que el compungimiento en el espectador, al menos en mi caso.

Una vez que vemos que hay un tirador suelto por ahí cazando humanos, y un grupo de personas detrás organizando el tinglado, disfrutando de “la muerte en vivo”, la historia se evapora en nuestras retinas por arte de magia. Todo es reiteración, una cámara nerviosa que registra el agite continuo de los jugadores, y una escenificación de las muertes original, pero embutida de tanta violencia que me produce rechazo y hartazgo. No hay mucho más en paintball que bastante dosis de violencia y sadismo, y poco divertimento. Se menosprecian totalmente otros elementos como la fotografía o las interpretaciones que resultan de lo más ramplonas y forzadas. Paintball es un disparate, una mala ocasión de haber desaprovechado una idea que podía haber dado mucho más juego.