Paradise Now crítica película

Dirección: Hany Abu-Assad.
Países: Palestina, Holanda, Francia y Alemania.
Año: 2005.
Duración: 90 min.Género: Drama.
Interpretación: Kais Nashef (Saïd), Ali Suliman (Khaled), Lubna Azabal (Suha), Amer Hlehel (Jamal), Hiam Abbass (Madre de Saïd), Ashraf Barhoum (Abu-Karem), Mohammad Bustami (Abu-Salim), Mohammad Kosa (Fotógrafo), Ahmad Fares, Oliver Meidinger (Abu-Shabaab).
Guión: Hany Abu-Assad y Bero Beyer.
Producción: Bero Beyer, Roman Paul, Hengameh Panahi, Amir Harel y Gerhard Meixner.
Música: Tina Sumedi.
Fotografía: Antoine Heberlé. Montaje: Sander Vos.
Diseño de producción: Olivier Meidinger.
Vestuario: Walid Maw’ed.

Paradise Now, alude al término de paraíso inmediato que les espera a los suicidas palestinos que tras cometer un atentado y volar por los aires, llevándose por delante cuanta más gente israelita mejor, son elevados al más allá, en brazos de dos ángeles que los conducen al paraíso.

La película nos cuanta los avatares de dos palestinos de la ciudad de Nablus, Said y Khaleb, los cuales quieren dar su vida por «la causa», y un buen día tras mucho esperar, finalmente, les llega su hora. Así que durante esas 24 horas en las que transcurre la película, vemos como metralleta en ristre, graban un video en el que se despiden de sus familiares y postulan que ese modo de morir es la única manera de luchar y abrir los ojos al invasor. Luego les ponen unas bombas en el pecho y los pasan a territorio enemigo, a Tel-Aviv para cometer un atentado, «autoinmolándose».

«La muerte es la única opción posible cuando la realidad es mucho más amarga: la vida no vale nada cuando el presente aplasta cualquier opción de futuro y sólo queda aferrarse a la (incierta) promesa de un mundo mejor» dice Said para convencerse de que lo que va a hacer tiene sentido y vale la pena.

Surge la figura de Suha, (Lubna Azabal) la cual ha vivido fuera de Palestina y cree que la solución al problema no pasa por perder la vida autoinmolándose ni por segar las vidas de ciudadanos Israelitas, sino a través de la palabra, del diálogo, en una lucha ética, y así se lo quiere hacer ver a Said el cual no parece estar muy convencido con la tarea encomendada.

La película logra mantener la tensión dramática y la emoción gracias a unas buenas interpretaciones, a un ritmo que no decae, cámara en riste (pero sin marear) y a una pulida y brillante fotografía que plasma con tino ese «viaje sin retorno» de esos mártires palestinos que quieren ir al «paraíso ya», en nombre de Alá, rodado todo ello en localizaciones exteriores e interiores reales, lo cual la hace aún más verosimil.

Dirige Hany Abu-Assad, palestino con pasaporte Holandés.