Título original: Prince of Persia: The Sands of Time. Dirección: Mike Newell.
País: USA. Año: 2010. Duración: 117 min.
Género: Acción, aventuras, fantástico, romance. Interpretación: Jake Gyllenhaal (Dastan), Gemma Arterton (Tamina), Alfred Molina (jeque Amar), Ben Kingsley (Nizam), Steve Toussaint (Seso), Toby Kebbell (Garsiv), Richard Coyle (Tus), Ronald Pickup (rey Sharaman), Reece Ritchie (Bis).
Guión: Doug Miro, Carlo Bernard y Boaz Yakin; basado en un argumento de Jordan Mechner sobre la saga de vídeojuegos “Prince of Persia”.
Producción: Jerry Bruckheimer. Música: Harry Gregson-Williams. Fotografía: John Seale.
Montaje: Martin Walsh, Mick Audsley y Michael Kahn. Diseño de producción: Wolf Kroeger. Vestuario: Penny Rose
Del productor de C.S.I’, ‘Sin rastro’ y ‘Caso abierto’, entre otras, Jerry Bruckheimer, nos llega ahora esta adaptación del exitoso videjouego.
Hay detalles positivos en la cinta, como el ritmo trepidante, que deja sin resuello al respetable, donde el protagonista, es Dastan uno de los tres hijos del Rey (no legítimo dado que fue arrancado de la calle y amamantado bajo el manto imperial) príncipe de Persia, con quienes mantiene un tiro y afloja pues todos anhelan el poder de mando, candidato a formar parte de las filas de El circo del sol, capaz de hacer toda clase de acrobacias circenses, saltando de tejado en tejado, volando sin capa, haciendo movimientos tipo Matrix, Tigre o Dragón o Aguila Roja. En su desarrollo hay también secuencias que parecen sacadas de La Momia, de Indiana Jones; en resumen, una fritanguilla de mil producciones vistas anteriormente. Comienza la historia con la invasión de una ciudad, a la que se le acusa de forjar armas que venderán a los enemigos del Imperio (¿armas de destrucción de masiva inexistentes?. Algo de eso sabemos)
Aperecen en escena un batiburrillo de personajes de nulo calado, donde lo que prima es la acción pura y dura, el movimiento constante, todo ello rodado con mucho brío, donde desgraciadamente los protagonistas son carnaza para una historia que apenas los necesita para darle forma humana (es en películas como la presenta, donde uno se plantea si no obtendríamos los mismos resultados recurriendo a creaciones digitales, dado que la esencia humana no brilla por ninguna parte).
Sonrojantes son los diálogos que Dastan mantiene con la bella princesa Tamina, empleando un lenguaje más propio de cualquier comedia del siglo XXI, que de la época en la que transcurre la acción («lo siento, pero no eres mi tipo»..y cositas por el estilo). Es lo que tiene el cine moderno, que a una actriz le ponen un vestido con brocados de oro y un velo, y ya quieren que nos la figuremos como una princesa de la época del esplendor del imperio Persa, cuando una vez que abre la boca, ya resulta una caricatura, increíble de hacernos conocer su condición y circunstancia. No es que uno busque el rigor histórico en una película como esta, pero hay detalles que se pueden cuidar un poco, a fin de que la historia tenga algo de más de consistencia, porque más allá de la acción trepidante, de una meritoria recreación infográfica de las ciudades Persas y unos bellos paisajes de dunas regadas por el oro solar, no hay nada que quede para el recuerdo, ya que esta película se olvida al mismo tiempo que se ve.
!Qué pelos tiene!. Fue uno de los comentarios que mas escuché entre las butacas, referidas a ese antaño «cowboy gay» que ahora, bien musculado, chocolateada zona abdominal, y pelo estropajoso, se nos presenta como el Joven Príncipe de Persia, al que da vida el «versátil», Jake Gyllenhaal. Su amada, la princesa Tamina es la actriz británica Gemma Arterton, la cual tiene en cartelera Furia de Titanes y que se dio a conocer tras aparecer en Quantum of Solace, la última película de Bond hasta el momento, donde era la sensual pelirroja que se encamaba con el superagente. A pesar de que aquí su interpretación es tan mediocre como la del resto del elenco, su belleza y voluptuosidad es palpable y habrá que tenerla muy en cuenta.
Otro actor que se apunta a un bombardero es Ben Kingsley capaz de ofrecer brillantes interpretaciones en películas de culto, con otras actuaciones en películas palomiteras (La última legion, Bloodrayne), donde por lo general siempre hace de malo. A pesar de todo es tan buen actor que siempre está bien en su papel. Mención aparte para Alfred Molina, que parece sacado de la franquicia Piratas del Caribe, para componer un simpático personaje, guasón y chocarrero, en consonancia con el espíritu del film.