Dirección: Mikael Håfström
Guión: Stuart Beattie; basado en la novela de James Siegel
Reparto: Clive Owen (Charles Schine), Jennifer Aniston (Lucinda Harris), Melissa George (Deanna Schine), Vincent Cassel (LaRoche), RZA (Winston Boyko), Xzibit (Dexter), Addison Timlin (Amy Schine), Giancarlo Esposito (Detective Church), David Morrissey (Sam Griffin), Denis O’Hare (Jerry)
Producción: Lorenzo di Bonaventura
Música: Edward Shearmur
USA 2005
Partiendo de la base de que Clive Owen no es santo de mi devoción y que el doblaje de Jennifer Anniston es uno de los habituales, pero no el de Friends, el más oído, lo que le hace parecer extraño, he de decir que no me acercaba a esta película con muchas esperanzas. La razón de querer verla es el trailer que se mostró en los cines, que me pareció de los más logrados.
Lo cierto es que cumplía muy bien su objetivo, porque mostraba la película como mucho más atractiva de lo que en realidad era, así que llevaría a más gente a la sala que lo que haría la película sólo por su calidad.
En él se veía a una pareja, Owen y Anniston, que se conocen en un tren e inician una relación a espaldas de sus respectivas parejas, pero algo sucede y lo que en principio parece un pastelón al uso, una comedia más de la empalagosa Anniston, se convierte por arte de birlibirloque en un thriller con matones y gentuza por el estilo.
Bien pensado es eso justo lo que ofrece la película, la historia es esa, aunque como de costumbre, en la historia se dan un par de giros sorpresivos que son lo único que dan un poco de vida a la trama, aunque también como de costumbre, para llegar hasta ahí, te tienes que tragar unos cuantos minutos tediosos y con poco interés en algunos momentos, incluso poco creíble. Otros tienen muy buen ritmo.
Si a lo dicho anteriormente sumamos que la pareja de supuestos infieles no tienen ni gota de química, o más que eso, ni siquiera ninguno de ellos por separado tiene ni gota de carisma, les pusieran quienes les pusieran no creo que la cosa tuviera arreglo, la cosa se queda con un sabor un tanto agridulce, que convierte a esta película en una más del montón, ni demasiado buena, ni tampoco tan mala. Lo bueno no está mal y lo malo no está tan mal, así que al final se queda a medias.
Del resto de actores no hay mucho que decir. El malo malísimo es el francés Vincent Cassel, que realmente su aspecto y forma de actual lo hacen despreciable, por lo que consigue bordar el papel, por lo que es el más destacable. ¡Y pensar que este tipo está casado con Monica Bellucci!
La ciudad que se ve y la estación tan presente, es de Chicago.
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