Dirección: Breck Eisner. País: USA. Año: 2010.
Género: Terror.
Interpretación: Timothy Olyphant (David Dutton), Radha Mitchell (Dra. Judy Dutton), Joe Anderson (Russell Clank), Danielle Panabaker (Becca Darling).
Guión: Scott Kosar y Ray Wright; basado en el guión de George A. Romero para la película “The crazies” (1973). Producción: Rob Cowan, Michael Aguilar y Dean Georgaris.
Música: Mark Isham.
Fotografía: Maxime Alexandre. Montaje: Billy Fox.
Diseño de producción: Andrew Menzies.
Vestuario: George L. Little.
He gozado de lo lindo con esta película. No hay muchas cosas nuevas, eso es verdad, sino que es más de lo mismo, pero cuando las cosas se hacen con elegancia es de buen cinéfiilo propalar las bondades de este remake, original de George A. Romero.
La acción transcurre en un pequeño pueblo americano, donde un buen día, un parroquiano se dirige a un campo de baseball con un rifle. El sheriff local visto el percal, le disparará, matándolo. Al ver que el difunto no había probado gota de alcohol, nadie sabe explicar su extraño comportamiento. Poco después otro hombre prenderá fuego a su casa, con su mujer y su hijo dentro, sin mostrar síntoma del menor arrepentimiento. No tardarán mucho en darse cuenta de que algo no va bien, tanto el sheriff del pueblo, David, y su mujer, la doctora Judy. Sin comerlo ni beberlo ven como hombres armados llegan a su pueblo, lo ponen en cuarentena, arrasan con todo y todos cuanto pillan, dispuestos a dejar el pueblo reducido a cenizas.
La lucha por la supervivencia se convierte por tanto en un estar ojo avizor, porque el virus convierte a los humanos en algo parecido a zoombies, vacíos de cualquier sentimiento fraternal, así que mejor disparar primero y preguntar después. La situación por tanto no es nueva, porque de zoombies, mutantes, pandemias globales y humanos a la fuga hemos visto unas cuantas películas, pero aquí con un buen ritmo, secuencias impactantes por su rusticidad, sin alardes digitales, unos intérpretes solventes que explicitan a las bravas su malestar y desazón, una violencia explícita pero justificada habida cuenta de que salvar el pellejo es lo que está en liza, envuelto todo ello en una efectiva música, dejan para el recuerdo un producto bien confeccionado, que se disfruta de cabo a rabo, con ese final, guasón que todavía la hace más atractiva si cabe.