Título original: The expendables.
Dirección: Sylvester Stallone.
País: USA. Año: 2010.
Duración: 102 min.
Género: Acción.
Interpretación: Sylvester Stallone (Barney Ross), Jason Statham (Lee), Jet Li (Yin Yang), Dolph Lundgren (Gunnar Jensen), Randy Couture (Toll Road), Terry Crews (Hale Caesar), Giselle Itié (Sandra), Eric Roberts (James Monroe), David Zayas (general Garza), Steve Austin (Dan Paine), Mickey Rourke (Tool), Arnold Schwarzenegger (Trench), Bruce Willis (Sr. Church). Guión: Sylvester Stallone y David Callaham.
Producción: Avi Lerner, John Thompson y Kevin King Templeton. Música: Brian Tyler. Fotografía: Jeffrey Kimball. Montaje: Ken Blackwell y Paul Harb. Diseño de producción: Franco-Giacomo Carbone. Vestuario: Lizz Wolf
Fue por el amor de una mujer que una isla yo arrasé…..
Stallone dirige, protagoniza y es coguionista de este producto pirotécnico, que al parecer será un trilogía, donde se dan cita un grupo de hombres musculados, hormonados y algunos operados, que durante décadas han ofrecido al respetable miles de horas de entretenimiento fallero, tanto en la pantalla grande como en la pequeña, en toda suerte de géneros.
Si además de Stallone, Lundgren, Jet Li, Jason Statham, Mickey Rourke, Eric Roberts, Schwarzenegger y Bruce Willis (los dos últimos con unos breves cameos), hubieran estado presentes también Chuck Norris, Wesley Snipes, Steven Seagal, Van Damme y The Rock (y alguno más que seguro me estoy olvidando), esto ya hubiera sido la repanocha.
La historia va de un grupo de mercenarios capitaneados por Stallone, que llevan a cabo misiones arriesgadas e inverosímiles. La aventura que centra la mayor parte del rodaje transcurre en la Isla de Vilaria, donde gobierna un tirano, chantajeado por un americano que ha auspiciado su llegada al poder. El pueblo está sometido al general dictador (el cual es un pelele en toda regla con menos poderío que un toro drogado) y su hija, es una bella y rebelde llamada Sandra, con quien contactan los mercenarios, que tratarán de sacarla de la isla.
No solo hay tiros, explosiones, luchas encarnizadas, miembros dislocados, ríos de sangre, alocadas persecuciones, sino que también hay espacio en el corazoncito de estos hombres musculados para el amor, pues Stallone, una vez deje la isla sin poder llevarse a la chica, quien prefiere quedarse en su país, no se la podrá luego a su regreso quitar de la cabeza, y quiere volver a rescatarla, y derrocar al dictador, a su manera, esto es, haciendo volar todo por los aires, hasta que todo quede como la palma de la mano.
Hay lugar también para los remordimientos, de ahí que veamos al tatuador, torturarse con esa vida que no pudo salvar en la Guerra de los Balcanes (a los guionistas americanos les encanta esta guerra, cuando quieren endiñar a alguien personaje una guerra reciente). Eso es lo que más chirría en la historia, que cuando se dedica al puro frenesí pirotécnico, a ese mundo que se cae a pedazos, registrado con una agitada cámara que registra el rápido movimiento de los mercenarios acreedores de unas envidiables destrezas tanto en el uso de las armas como de su brazos y piernas que les permiten acabar a ellos solitos con un ejército, la película transcurre por raíles perfectamente engrasados, todo chorrea entonces adrenalina y no hay tregua, hasta un final donde Stallone demuestra una vez más que es todo un caballero, porque es evidente que un pibón como la hija del general nada tiene que hacer con alguien como él, aunque se haya jugado la vida por salvarla. Abrazos en lugar de besos.
Veremos que nos depara la segunda entrega de los Mercenarios, la cual junto con la que se rodará también del Equipo A, espero ver.