Dirección: Neil LaBute.
País: USA.
Año: 2006.
Duración: 102 min.
Género: Thriller, misterio.
Interpretación: Nicolas Cage (Edward Malus), Ellen Burstyn (hermana Summersisle), Kate Beahan (hermana Willow), Frances Conroy (Dra. Moss), Erika-Shaye Gair (Rowan), Leelee Sobieski (hermana Honey), Molly Parker (hermana Rose), Diane Delano (Beech).
Guión: Neil LaBute; basado en un argumento de Anthony Shaffer.
Producción: Nicolas Cage, Norm Golightly, Avi Lerner, Randall Emmett, John Thompson y Boaz Davidson.
Música: Angelo Badalamenti.
Fotografía: Paul Sarossy.
Montaje: Joel Plotch.
Diseño de producción: Phillip Barker.
Vestuario: Lynette Meyer.
La película es floja, enclenque y pasto de la llamas como ese «hombre de mimbre» que da título a la cinta. Nicholas Cage tras soporizarme con El motorista fantasma, vuelve a dormirme con otra desangelada producción donde el actor da muestra de su poco tino a la hora de seleccionar sus últimos papeles (en El hombre del tiempo y El señor de la guerra, no estaba mal).
The Wicker man es un remake. Como no he visto la original no puedo comparar, pero esta no me ha gustado nada de nada.
El aburrimiento es casi total y no hay nada que consiga entretener o divertir en todo su metraje. El protagonista, Edward, es un policía que patrullando con su motocicleta para a un coche desde el cual una niña ha lanzado una muñeca. El coche es arrollado por un camión y muere la niña y la madre en el incendio que deviene con la colisión. Edward policía se atormenta creyendo que tuvo algo que ver con tal trágico accidente y tiene visiones en las que una niña se le aparece para luego ser atropellada por un camión.
Recibe entonces una carta de una antigua novia, con la que estuvo a punto de casarse que le informa de que su hija ha desaparecido y le pide que le ayude a encontrarla. La mujer vive en una pequeña isla, donde un grupo de mujeres han organizado una sociedad matriarcal, siniestra, que practican ritos religiosos, donde los hombres están alelados y solo se les necesita por su esperma, alejados del mundanal ruido. Allá se traslada entonces el policía a buscar a la infante desaparecida, y se reencuentra con su ex-novia, Willow, la cual aún tratándose de una sociedad endogámica y aislada no es óbice para que aparezca con los labios operados y una buena torrija (la actriz es Kate Beahan), porque no se entera de nada y está alelada. No contaré más para no desgranar el argumento y su final incendiario. Cage trata de hacer creíble su papel, pero el guión es tan inane que es imposible hacer algo con su personaje, así que se dedica a hacer muecas, a dar algún golpe encima de la mesa, moverse de aquí para allá a lomos de su bicicleta e intentar que alguien le explice qué está sucediendo a su alrededor.
La acción se dosifica con cuentagotas y el problema es que no se crea el menor clima de suspense o angustia, así la llegada del policía a ese habitat hostil apenas impacta, cuando la premisa es interesante (el contraste entre los diferentes modos de vida, y el rechazo a lo desconocido, por ambas partes), ni aviva el interés por lo que vemos en pantalla. Si esperamos asustarnos con «the Wicker man» nos llevaremos un chasco y si el propósito es pasar un buen rato, el tedio nos consumirá como una vela, deseando que llegue el final para irnos a dormir, preguntándonos como es posible hacer una película tan mala.