Ambientada en un Bilbao apenas reconocible, Una vida no tan simple (Félix Viscarret, 2023), pone frente a nosotros a una pareja con dos hijos pequeños que sufre, sin estridencias, una crisis de pareja.IsaÃas tuvo éxito hace siete años, cuando ganó un premio de arquitectura. Desde ese momento, la suerte le ha dado de lado y su tiempo lo ocupa en la crianza de sus hijos, mientras trata sacar adelante algún proyecto.
En el parque, al que acude con sus hijos, conoce a Sonia, otra madre. Las circunstancias los llevan a intimar, a confesarse. Sin embargo, aquà no menudea el espÃritu peterpanesco tan en boga hoy, que cede a cualquier calentón y echa todo a perder, sin que sea luego posible volver atrás. AsÃ, la pelÃcula, merced a un inteligente guion, pone las cartas sobre la mesa. Pero lejos de solucionar las cosas con un portazo, o con caras largas, o con esa retahÃla de gritos que no otorgan a quien los profiere ni un gramo de razón, aquà las cosas se hablan, se exponen, se ejerce la autocrÃtica, y se asumen y respetan las contradicciones en las que nos movemos.
Este es un buen punto de partida para la reconciliación, para el acercamiento, toda vez que uno tome consciencia de que no es posible escapar de uno mismo, porque poner el contador a cero, tarde o temprano acaba conduciendo al mismo punto, asà es la naturaleza de mostrenca.
Antes de buscar una salida alocada del paraÃso, viene bien coger distancia, sopesar las cosas, y valorar lo que uno tiene, antes de escuchar los voluptuosos y a menudo lascivos cantos de sirena que nos ofrecen un infinito imposible en la palma de la mano.
La pelÃcula depara un buen resultado, en una mezcla acertada de humor y drama, con dosis de ternura que resultan emotivas, sin abaratarlo con un simplón sentimentalismo. Todo ello gracias al guion y dirección de Félix Viscarret.