Sorprende gratamente encontrar una cinta, la de la debutante Celia Rico Clavellino, que antes habÃa dirigido el cortometraje Luisa no está en casa, donde no prime la cháchara, dónde se hable poco y cada palabra valga su peso en oro, registrando su dÃa a dÃa con planos fijos.
La puesta en escena, es sobria, austera, y me recuerda otras pelÃculas de Jaime Rosales.
La historia se dirime entre dos mujeres, una madre y una hija, Estrella y Leonor, ambas abatidas tras la muerte del marido y padre.
La joven Leonor necesita salir, tomar aire fresco, poner tierra de por medio, dado que la perspectiva de seguir en el pueblo, haciendo el mismo trabajo que hacÃa su madre le resulta asfixiante.
Logrará salir y trasladarse a Inglaterra a trabajar como au pair. La madre y la hija hasta aquel entonces rumiaban su tristez frente al televisor, viendo series, calentándose en el brasero, aunque a la madre parece que no le hace ni puñetera gracia perder de vista a su hija, en el fondo entiende que es lo mejor para ella y la deja ir. La grandeza de la pelÃcula reside en ese punto, el tira y afloja de una madre y una hija, donde merodean la entrega y el egoÃsmo.
Tras la marcha de la hija, Estrella, la madre, lejos de abatirse pelecha, se abre, acepta un encargo laboral, descubre incluso las nuevas tecnologÃas, con un smartphone que le permite contactar mejor con su hija emigrante, y a su vez el amor entra de nuevo en su vida.
Resulta un notable debut el de Celia, pues no se perciben titubeos, sino una idea muy clara en mente perfectamente ejecutada, contando para ello con dos grandes actrices, Lola Dueñas y Anna Castillo, a la cual cuesta ver tan contenida, si bien sus ojos, su fulgurante mirada lo dicen todo.
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