Dirección: Geoffrey Sax.
PaÃs: Reino Unido.
Año: 2005.
Duración: 97 min.
Género: Thriller sobrenatural.
Interpretación: Michael Keaton (Jonathan Rivers), Deborah Kara Unger (Sarah Tate), Chandra West (Anna Rivers), Ian McNeice (Raymond Price), Sarah Strange (Jane), Nicholas Elia (Mike Rivers), Mike Dopud (Detective), Marsha Regis (PolicÃa), Brad Sihvon (Ministro), Amber Rothwell (Susie Tomlinson).
Guión: Niall Johnson.
Producción: Paul Brooks y Shawn Williamson.
Música: Claude Foisy.
FotografÃa: Chris Seager.
Montaje: Nick Arthurs.
Diseño de producción: Michael S. Bolton.
Dirección artÃstica: Greg Venturi.
Vestuario: Karen Matthews.
Geoffrey Sax dirige este thriller sobrenatural. Jonathan Rivers (Michael Keaton), pierde a Anna, su mujer, cuando esta muere accidentalmente. Un hombre obsesionado con la EVP ( grabación de voces de los que han muerto a través de transmisiones en aparatos electrónicos) le comenta a Rivers, que gracias a este sistema puede comunicarse con su mujer.
Poco tiempo pasa hasta que Rivers contacta con este hombre y se obsesiona con el tema, cuando comprueba que es cierto, que su mujer quiere comunicarse con él. Entonces ella trata de explicarle dónde está la futura victima, que se halla en las manos del psicópata que acabó con ella. Las sombras del mal, del más alla, no ven con buenos ojos que Rivers, trate de cruzar la raya, de comunicarse con los que ya no son y quieren eliminarlo a toda costa. En su obsesionado camino le acompaña Sarah Tate, la cual conoce de que va el EVP, pues con este medio se ha puesto en contacto con un ser querido que falleció.
La habilidad del director es que este tema que suena a broma, resulte mÃnimamente serio (o cuando menos que no nos descojonemos cuando Keaton se queda embobado mirando el monitor), y lo logra con una habil realización, nada alocada, dosificando bien los momentos estelares, no abusando de los topicazos del género, y consiguiendo que la pareja protagonista: Michael Keaton y Deborah Kara Unger resulten convincentes.
No es una pelÃcula extraordinaria pero resulta divertida, y a ratos asusta. La próxima vez que la televisión se quede sin señal consecuencia de un apagón, la apago, no vaya a ser que entre interferencia e interferencia vea algo que me ponga los pelos de la espalda como alfileres.