Dirección: Rafa Cortés.
País: España. Año: 2007. Duración: 100 min.
Género: Drama.
Interpretación: Alex Brendemühl (Hans), Margalida Grimalt (Catalina), Rafel Ramis (Miquelet), Aina de Cos (Nina), Heinz Hoenig (Tanca), Maria Lanau (Silvia), Manuel Barceló (Toñín), Carme Feliu (María), Holger Petzold (Heiner).
Guión: Alex Brendemühl y Rafa Cortés.
Producción ejecutiva: Miriam Porté, Ramón Vidal, Aintza Serra, Sergi Casamitjana, Montse Rodríguez y Cesc Mulet.
Música: Oscar Kaiser. Fotografía: David Valldepérez.
Montaje: Frank Gutiérrez. Dirección artística: Oriol Puig.
Vestuario: Antonia Marqués.
Yo, resulta singular dentro del cine español, por su propuesta arriesgada, tanto que según nos cuentan el director y el actor Alex Brendemühl, también guionista de la misma, les costó media docena de años sacar el proyecto adelante, habida cuenta de que los productores no veían la película como algo vendible.
Ese es el problema que tenemos aquí en España que películas como Fuga de cerebros, Mentiras y gordas, Gordos, la saga Torrentiana, se venden muy bien; solo hace falta poner a gente en pelotas, teniendo sexo, a jóvenes metiéndose de todo, o a policías fachas para suscitar el interés del espectador. Cuando los temas son otros, como la búsqueda de una identidad, cuando ciertas cosas que vemos resultan ambiguas e incluso hay un trabalenguas final que cada cual puede interpretar a su manera entonces es cuando saltan todas las alarmas, porque la gente, en su mayoría, no quiere pensar, ni reflexionar sobra nada, de ahí que sea más sencillo ver a un tío pegando tiros a diestro y siniestro o follando como un loco que ver a un joven alemán llegar a un pequeño pueblo de Mallorca donde será recibido con indiferencia, y para el que la pérdida de un botella de whisky en el bar local le hará enajenarse, hallándonos ante un personaje del cual no sabemos nada, cuyo pasado es una hoja en blanco y el cual vemos como va mutando, que se ocupa en la mansión de un alemán ricachón, como chico para todo, alojado en casa de un tal Hans, tocayo suyo, tratando de reemplazar su vida por la de este, mimetizándose con él, asumiendo su otro yo, con el sentido de culpa barrenándole la cordura a sus pies, vidas simétricas que pugnan por converger.
Yo es una propuesta rodada con escaso presupuesto, con actores no profesionales en su mayoría, con planos cortos, pues no había presupuesto para planos generales, donde brilla Alex, pues él y solo él es capaz de hacernos sugerente su personaje, su contradicción, su miedo, su ambición en ser otro, en borrar las huellas de su otro yo, su necesidad de que alguien ponga una mano sobre su hombre y le diga, “tranquilo Hans, ya ha pasado”.
Yo es una película que quería ver desde el año 2007 cuando se estrenó y que ahora una vez vista recomiendo a todo aquel que quiera experimentar nuevas sensaciones, y no hablo de sustancias prohibidas, hablo de las virtudes que atesora este ejercicio fílmico cuyo anhelo es remover algo en el espectador (y vaya si lo remueve), porque esta película incita tras su visionado a hablar de ella largo y tendido. La pena es que la haya visto en España tan poca gente y ese presunto debate se quede en un monólogo interior. Cuando menos desde esta blog quiere rendirle homenaje porque es de lo mejor que he visto hace mucho tiempo.