Dirección: Amos Gitai.
Países: Israel, Francia, España y Bélgica.
Año: 2005.
Duración: 90 min.
Género: Drama.
Interpretación: Natalie Portman (Rebecca), Hanna Laszlo (Hanna), Hiam Abbass (Leila), Carmen Maura (Sra. Breitberg), Aki Avni (Julio), Makram Khoury (Samir ‘el Americano’), Uri Klauzner (Moshe), Liron Levo (Aduanero), Tomer Russo (Aduanero), Adnan Tarabshi (Mecánico), Shredy Gabarin (Incendiario).
Guión: Amos Gitai y Marie Jose Sanselme.
Producción: Nicolas Blanc, Michael Tapuach y Laurent Truchot.
Fotografía: Laurent Brunet.
Montaje: Isabelle Ingold y Yann Dedet.
Diseño de producción: Miguel Markin.
Vestuario: Aline Stern.
Esta coproducción Israelí, Francesa, Española y Belga del año 2005 dirigida por Amos Gitai trata de acercarnos el conflicto que se vive en Israel. Comienza la película con una joven dentro de un coche a la que vemos llorar desconsolada durante seis minutos en los cuales la cámara no le quita ojo ni un instante. Fuera, tras el cristal llueve. Luego Rebecca que así se llama la joven le pide a Hanna que va al volante que la saque de allí, de Jerusalem, que la lleve a cualquier parte. Hanna que trabaja como guía turística ofreciendo viajes organizados a los turistas, tiene que resolver un asunto y accede a llevársela con ella. Adopta luego la película un formato documental y la cámara que son los ojos de Rebecca van examinando el paisaje. Dejan Israel, no sin ciertos problemas pues en la frontera los policías obsesionados por la seguridad ven ciertas incoherencias en las respuestas obtenidas a su preguntas e incluso albergan la posibilidad de que entre las maletas lleven alguna bomba. Así que han de dejarlas en la frontera por seguridad.
Dejan Israel y entran en Jordania y Rebecca se muestra abatida pues esperaba algo más romántico, con camellos y dunas, templos, en un territorio, el Jordano, cargado de historia, que ella ha leído en los libros pero que en nada se parece a lo que había imaginado con unas construcciones similares a un enjambre, carreteras sin pintar y gente deambulando por sus calles. Hanna va al volante porque su marido ha sufrido un accidente que le obliga a guardar cama y debe ser ella entonces la encargada de cobrar el dinero que les debe «El Americano«. Gitai no entra en batallas políticas acusando a unos y liberando a otros. Dice Hanna en un momento que odia el fanatismo y como se verá cuecen habas en todas partes y la envidia a veces nos hacia odiar al que le van bien las cosas aunque sea sangre de nuestra sangre. Ante la ausencia del americano Hanna debe lidiar con Leila la cual jura y perjura que no tiene el dinero. Esa dicotomía entre el bien y el mal, entre la alegría y la desespearanza, entre el perdón y el odio es en el que se mueve Hanna, es extensible a toda la sociedad, no sólo la Israelí.
La falta de trabajo hace que se carguen las tintas contra lo extranjero. Dice Leila en un momento que si los palestinos hablaran la lengua hebrea y los hebreos el árabe las cosas irían mucho mejor. No está mal pensado. Siempre sucede que los nacionalistas aman mucho su tierra pero por exclusión de todo lo demás. Cuanto algo es más nuestro menos es de los demás fomentando el indidualismo y fomentando el sentimiento nacional hasta en la acción más trivial. Dice Hanna de cháchara con Rebecca que como le decía su marido lo único que siempre habrá en Israel serán intifadas y guerras. Cuenta Rebecca que hace siglos antes de líar una guerra los países enviaban un emisario cada uno. Eran ellos los que luchaban en representación de sus países (así no había luego daños colaterales ni víctimas inocentes). Al que perdía no le quedaba más remedio que admitir que había sido derrotado y no había derramamiento de sangre. Luego toda esta teoría, en la práctica se plasma en las secuencias finales, en donde el dinero, saldar una deuda, prevalece sobre la hermandad y liberación que supone por ejemplo la música. Esa Zona libre de la que habla la película es solo un espejismo, una ficción en un desierto repleto de escorpiones. Hace falta muy poco veneno para corromper el espíritu de un humano.
La actriz española Carmen Maura tiene un pequeño papel, y tengo la sensación de que esta película doblada pierde muchísimo.
Lo más destacable de esta singular producción son las interpretaciones del trío protagonista, Natalie Portman (Rebecca), Hanna Laszlo (Hanna), Hiam Abbass (Leila)
A mí me pareció una película soporífero. Ya el comienzo me hacía dormitar, viendo el bello rostro de Portman. Entiendo las elípsis, pero no me gusta tener que estar suponiendo todo el rato, en base a las cuatro cosas que sabemos. Fallida en casi todo, pero no obstante recomendable.