Dirección: Maria Ripoll.
País: España.
Año: 2006.
Duración: 100 min.
Género: Comedia dramática.
Interpretación: Javier Pereira (Dani), Marc Rodríguez (Francisco), Oriol Vila (Ignacio), Tamara Arias (Cristina), Nuria Gago (Carmen), Irene Montalà (Carolina).
Guión: Albert Espinosa; basado en su obra.
Producción: Marta Esteban y Francisco Ramos.
Fotografía: Javier Arrontes.
Montaje: Irene Blecua.
Dirección artística: Isaac Racine
Ni me enteré de su estreno en los cines, algo habitual con la mayoría de las películas españolas que apenas duran dos semanas en cartel salvo algún taquillazo que otro y cogí el DVD por casualidad en la biblioteca pública la cual van abasteciendo de un sinfín de películas para suerte de los amantes del cine. La historia va de tres jóvenes barceloneses los cuales se reunen en una plaza, en unas escaleras, haciendo tiempo para ir a ver el partido del Barca en el Nou Camp, leen en una esquela que un chico con el mismo nombre y apellidos que un compañero de colegio ha fallecido. No tienen nada mejor que hacer así que deciden llegarse al tanatorio. Conocen al hermano del difunto y tienen la sensación de que el difunto Alberto Castillo no es el Tillo que ellos conocen pero se dejan llevar hasta acabar horas después en casa de la hermana del difunto en una reunión en la que los amigos del muerto hablan sobre él y le tributan el último adiós.
De los tres jóvenes uno es diseñador gráfico, y de los otros dos no se conoce su ocupación, así que podemos pensar que son estudiantes. Uno de ellos disfruta viendo la lavadora, se sienta delante de él y allí pasa las horas muertas. Su padre murió cuando tenía 12 años y esas horas en las que transcurre la historia, habla a menudo de él, pues quiere darle normalidad al hecho de dejar de estar vivo, en esos casos la gente tiende a hablar de otras cosas, cuando lo que yo quería dice el muchacho era hablar de mi padre. A ello ayuda la muerte de Albert, el cual por lo que sabemos se suicidó por un desamor. Moriría de joven dice uno de ellos.
Hay películas que buscan el aliento poético sin conseguirlo. Ésta lo logra, si bien recurre a bucles sentimentales, en la que todas las historias se entrecuzan. A mí me ha convencido. Hay quien afirma que las actuaciones no son creíbles pues resultan impostadas, que la directora peca de pretenciosa y que los diálogos que mantienen los jovenes están muy alejados de la realidad. Ese es el problema de nuestro cine, que creemos que si sale un joven, éste ha de tener las hormonas disparadas y el mismo cerebro que el Dani de Yo soy La Juani, resumiendo dos dedos de frente, tipo Juan José Ballesta (esos jovenes que dicen que nunca han leído un libro ni tienen el menor interés en hacerlo) y la sensibilidad de una flor de plástico. Esta historia es sencilla pero tiene su carga de profundidad, si se sabe bucear en la cotidianedad. Se habla de muchas cosas en ella: de los amores no confesados, de la imposibilidad de querer de verdad, de los problemas aparejados a la sinceridad, del suicidio como escape y de otras muchas cosas más.
Me ha gustado el trío protagonista y sus charlas. Las mujeres brillan también con luz propia, en especial Tamara Arias. Le secundad Nuria Gago e Irene Montalá (Nubes de verano, RIS) en papeles más secundarios.
De los chicos Javier Pereira tiene una gran expresividad gestual y una mirada y unos ojos que hablan por sí solos. Hay películas que consiguen emocionar, que nos hacen reír y también llorar y nos hacen dejar la mirada perdida, frente a una lavadora, frente a un cartel de una película o ante una amanecer, da igual, el tema es que nos dicen algo y logran espolearnos. A mí con Tu vida en 65´me ha ocurrido, algo realmente inusual tratándose de una película española.
Diré que los anuncios han hecho mucho daño al cine, porque ahora ves algunas películas y tienes la impresión de estar viendo uno de ellos. Me sucedió lo mismo cuando vi Babel. Hay un momento de la película en la que los caras de los protagonistas aparecen en cada lado de la imagen y entonces involuntariamente pienso en anuncios de compresas, de seguros de salud, de coches, que emplean el mismo formato e incluso las mismas palabras y mensajes, aunque sean sesgados, lo que por un momento convierte el cine en algo de usar y tirar, en un producto perecedero sin ninguna función después de su consumo.
Lo que viene en la portada del DVD ¿y si fueses tan feliz que no valiese la pena buscar más? no encajaría perfectamente en algún anuncio, una bebida de refrescos por ejemplo?. Te la bebes y luego puedes palmarla con una sonrisa en los labios.