Director: Ruth Mader
Intérpretes: Aleksandra Justa, Gottfried Breitfuss, Martin Brambach, Margit Wrogel
TÃtulo en VO: Struggle
PaÃs: Austria
Año: 2003.
Duración: 74 min.
Género: Drama Color o en B/N: Color Guión: Martin Leidenfrost, Barbara Albert Montaje: Niki Mossböck
FotografÃa: Bernhard Keller montaje: Niki Mossböck
EscenografÃa: Ilona Glöckel vestuario: Alexandra Burgstaller, Christine Ludwig
Productor: Ruth Mader, Gabriele Kranzelbinder, Alexander Dumreicher-Ivanceanu
Producción: Amour Fou Filmproduktion, Struggle Films
Struggle plasma con crudeza y sin concesión alguna lo que es la precariedad laboral, o más bien el tener que ganar cada dÃa el jornal como sea. La protagonista es Ewa una mujer polaca de unos treinta años con una hija de diez, que se ofrece a trabajar en lo que sea, ya sea recogiendo fresas en la vecina Austria, o apostándose en el arcén de la carretara donde parará gente que les ofrecerán trabajos de dÃa, como limpiar piscinas, quitar el polvo a figuritas, desmenuzar pavos, etcétera.
Queda muy marcada la diferencia entre los paÃses capitalistas como Austria y los ex-comunistas como Polonia. Apenas unos kilómetros y es retroceder medio siglo. Asà que Ewa tira para adelante sin descanso, buscando su sustento al tiempo que vigila de su hija, la cual la acompaña en muchos de sus trabajos.
La pelÃcula arranca con la pareja en un autobús que va a una ciudad de Austria para recoger fresas a razón de 25 céntimos de euro el kilo, durante seis semanas. PerÃodo en el cual dormirán en contenedores prefabricados. Esclarecedor el momento en el que les pasan por el codigo de barras el colgante que llevan. ¿Son personas o productos de un supermercado lo que vemos?.
De eso en España sabemos un rato, pues también hay temporeros que vienen, por ejemplo en La Rioja, a la recogida de la uva, y casos en los telediarios donde a estas personas las tratan peor que si fueran animales. Donde hay alguien explotado está detrás o mejor dicho encima un explotador.
La pelÃcula busca y encuentra la verosimilitud. Se centra en los detalles, capturando diversos momentos del tiempo, rostros, caras, manos, que permiten asomarnos como espectadores a una realidad que está ahà pero que el cine (convertido en un vehÃculo de evasión) rehúye. Se logran grandes momentos, como lo estomagante que resulta verla en la fabrica de pollos, en esos procesos tediosos, repetitivos, que vacÃan la tarea de cualquier creatividad y reducen al ser humano a pieza intercambiable. En otra secuencia mientras Ewa limpia la piscina, el hijo de la dueña de la casa le deja un vaso de agua para salir poco menos que corriendo, dejando muy claro cuales son los lÃmites, los contornos o esferas en la que se mueven, y deben seguir moviéndose cada uno.
Encuentro Struggle igual de cruda, dura y descarnada que la Rosetta de los hermanos Dardenne, donde se daba también cuenta de las grandes fallas existentes en los paÃses desarrollados, donde una joven era capaz de hacer casi de todo por conseguir un trabajo, también con Arcadia, donde la obtención de un trabajo era la excusa del protagonista para cometer actos deleznables. En Struggle, no sucede sin embargo nada anómalo, ni violento. Vivir ya es violento.
La manera tan poco ortodoxa en la que Ewa conoce a un hombre con el que comienza una relación, da fe de que este mundo es raro, complejo, hostil, y frÃo y gris, pero también que hay lugar para la esperanza, por eso la escena final es un rayo de luz en la oscuridad, con la sonrisa de una niña que no sana pero cura las heridas del dÃa a dÃa.
Contraponer la situación de Ewa a la de su novio, un hombre separado que combate el aburrimiento o nihilismo existencial con practicas sexuales de toda Ãndole, no hace sino hacer más acusado cada postura. ¿Salir de la pobreza para acabar hastiados de nuestras aburridas vidas?.
Ruth Mader dio el salto a la dirección con esta pelÃcula. La cual por su mensaje, exento de cualquier subrayado, su honestidad y sinceridad, la hace recomendable. No la clasificarÃa de cine social, porque el término ya ha sido vaciado de contenido. Lo que hay en pantalla no son personajes, sino personas y ahà el cine ya no es solo social sino también humano y conmovedor. Inevitable cuando hay sentimientos en juego.