PaÃs: USA.
Año: 2000.
Duración: 113 min.
Intérpretes: John Cusack (Rob Gordon), Iben Hjejle (Laura), Todd Louiso (Dick), Jack Black (Barry), Lisa Bonet (Marie DeSalle), Catherine Zeta-Jones (Charlie), Joan Cusack (liz), Tim Robbins (Ian), Lily Taylor (Sarah).
Producción: Tim Bevan y Rudd Simmons.
Guión: D.V. DeVincentis, Steve Pink, Joan Cusack y Scott Michael Rosenberg. Basado en la novela de Nick Hornby.
FotografÃa: Seamus McGarvey.
Montaje: Mick Audsley.
Música: Carter Burwell y Howard Share.
Diseño de producción: David Chapman y Thérèse DePrez.
Aprovecho para reinvidicar la figura de John Cusack (La cosecha de hielo) un actor enorme y polifacético, que no acaba de obtener el reconocimiento que merece, tal vez porque prefiere estar alejado del circo de Hollywood.
Esta sencilla pelÃcula tiene un poco de todo como en botica: comedia, situaciones dramáticas, personajes irónicos y sarcasticos.
La clave está en un magnÃfico guión basado en un libro del mismo tÃtulo. La pelÃcula bebe del manantial de «Olvidate de mi», «Como ser John malkovic» «El ladrón de orquideas«, o viciversa porque algunas son posteriores a esta que data de 2001.
El miedo a madurar, a comprometerse, a ir por la vida sin el freno de mano echado, a hacerse mayor, a tener descendencia, estos y otros muchos asuntos son los que trata «alta fidelidad«.
Como telón de fondo, la música. El protagonista, Rob, regenta junto a dos empleados bastante raros una tienda de discos de vinilos. Es la música, el amigo invisible que les permita tirar hacia adelante, la materia prima de sus conversaciones, de sus recuerdos y proyectos.
Curiosa la escena en la que Rob Gordon (John Cusack) ordena sus discos por sus experiencias vitales, cada uno de ellos tiene una historia detrás; el primer beso, la primera ruptura, etc.
Tim Robbins en el papel de macarra está que lo borda.
Laura (Iben Hjejle) que da la réplica a cusack es una actriz a tener en cuenta. En resumen una cinta entrañable, sumamente recondable e incluso reconfortante que nos reconcilia con el espÃritu humano.
Al fin y a la postre es más fácil verse reflejado en un perdedor-pecador, que un Alejandro Magno, Aquiles, Arturo o cualquiera de estas glorias mÃticas cuya heroismo resulta muy lejano.