Dirección: Frank Marshall.
País: USA. Año: 2006.
Duración: 120 min.
Género: Drama, acción, aventuras.
Interpretación: Paul Walker (Jerry Shepard), Bruce Greenwood (Davis McLaren), Moon Bloodgood (Katie), Jason Biggs (Charlie Cooper), Gerard Plunkett (Dr. Andy Harrison), August Schellenberg (Mindo), Wendy Crewson (Eve)
Guión: David DiGilio; inspirado en la película «Nankyoku monogatari» (Antarctica; 1983) de Koreyoshi Kurahara.
Producción: David Hoberman y Patrick Crowley.
Música: Mark Isham.
Fotografía: Don Burgess.
Nunca creí que lloraría a moco tendido con una película de perros, pero la Navidad obra prodigios y si te pilla con las defensas bajas, te machaca el hueso hasta que besas el suelo y ves como tu sombra se mofa de ti al doblar la esquina.
Bajo cero tiene dos partes: la primera que es trepidante y un deleite por obra y gracia de una fotografía espectacular de maravillosos parajes árticos, niveos, dulcificadores y anti-stress, con unas escenas de acción bien resueltas que te hacen palpitar en la butaca.
Luego está la historia de los perros guía que tienen un papel relevante en la historia y también interpretan, y he de decir que con más calado que los humanos, cuyos diálogos y perfiles psicológicos son meros esbozos que no permiten ir más allá de su gore-tex.
Una de las imágenes más emocionantes, de esas que te hacen sacar el pañuelo, jalearlo y luego sonarte la mocada, propiciada por un torrente acuoso que busca camino, es esa en la que los perros se divisan al final, a lo lejos, con una aureola épica, tantas veces vista en las películas bélicas, cuando los hombres después del trabajo bien hecho, más allá del bien y del mal, vuelven del infierno para abrazar la realidad y desatar nuestras emociones. En lugar de soldados heróicos aquí tenemos perros guía, pero el resultado es parejo.
A lo que ayuda la emocionante música de Mark Isham.
El prota es el guaperas Paul Walker (Inmersión letal, A todo gas), que arriesga su vida por volver a buscar unos perros guías que por causas meteorológicas adversas tuvieron que ser abandonados a su suerte sobre el frío hielo con el aburrimiento y la soledad como alimento.
Es una película de Disney pero no es una pastelada al uso. Vale que no hay tacos, ni actuaciones groseras, sino chiste inocuos con poca gracia y muy poca mala leche. Pero ofrece alguna imagen como la de los perros cazando los pájaros o el asunto de las lealtades y respeto que se traen los perros que dificilmente entenderá un niño, pues son reflexiones de adultos.
Funciona bien como vehículo de entretenimiento si bien hubiera ganado bastante si le hubieran quitado media hora, e hubieran comprimido el resto de la historia, pues hay escenas perfectamente prescindibles y otras que precisaban un buen corte, y no de pelo precisamente.