Bajo el sol (Dalibor Matanic)

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Título original: Zvizdanaka
Año: 2015
Duración: 123 min.
País: Croacia
Dirección; Dalibor Matanic
Guion: Dalibor Matanic
Música: Alen Sinkauz, Nenad Sinkauz
Fotografía: Marko Brdar
Reparto: Tihana Lazovic, Goran Markovic, Nives Ivankovic, Mira Banjac, Slavko Sobin, Dado Cosic, Trpimir Jurkic, Lukrecija Tudor, Stipe Radoja

Estamos acostumbrados a ver películas bélicas centradas en las contiendas militares, con los soldados muriendo en el frente entre pólvora y ruido. No es tan frecuente ver qué sucede en las familias, antes, durante y después de las guerras, ver cómo las heridas siguen abiertas, mientras la religión y los nacionalismos, no permiten que cautericen sino que dan más razones para que se siguen matando o alimentando el odio mutuo. Las heridas no son solo interiores, sino que vemos también un sinfín de cicatrices urbanas en distintos pueblos, en edificios abandonados, demolidos, destrozados, víctimas también de la guerra.

La película del croata Dalibor Matanic (me recuerda a otra que me gustó mucho cuando la vi en 1994, Before the rain) se articula en tres tiempos: 1991, 2001 y 2011 y lo hace a través de tres parejas o relaciones entre una joven mujer serbia y un hombre croata, cuyas distintas nacionalidades -el pertenecer a distintos bandos- no les acarreará más que problemas. Magníficas interpretaciones de Tihana Lazovic, Goran Markovic.

En 1991 un músico croata enamorada de una joven serbia, ve cómo en el comienzo de la guerra de las balcanes, y antes de que puedan huir juntos a la capital a lo tonto, él recibe un tiro en un puesto de control y muere sobre el asfalto aferrado a su trompeta, su arma de guerra.

En 2001 una madre y una hija vuelven a su hogar -acabada la guerra- destrozado y un joven croata les ayuda con las obras. Entre la joven y el carpintero surge la pasión, pero el odio, que sigue ahí latente entre croatas y serbios les impedirá tener una relación normal, sin ser capaces de superar su prejuicios pues ambos tienen cosas que echarse en cara, ellos no, pero sí los hermanos o familiares que murieron en la guerra, a ambos lados.

En 2011 un joven universitario pasa por casa de sus padres a los que hace tiempo que no ve. Huyó cuando dejó embarazada a un joven serbia, algo que supone un oprobio para su familia.

Si el cine debe conseguir decirlo todo no solo con las palabras sino con las imágenes Dalibor Matanic con la fascinante fotografía de Marko Brdar, ejecuta un trabajo soberbio, ya sea en la escena de sexo sobre la mesa bajo una luz almibarada que cifra muy bien lo que es el «deseo«, o bien el éxtasis que produce la música de un rave al aire libre, alentado por drogas de diseño, o la necesidad de gritar, de desgarrarse la voz, ante el dolor, ante la impotencia que sienten los personajes de la película, dado que nadie les escucha, nadie les ofrece una caricia, y hartos de su dolor, de su recogimiento, de su frialdad, no pueden menos que gritar, un quejido sobrecogedor, espeluznante.

A pesar de que la película es triste y dolorosa, y a pesar del sol del título aunque resulta muy poco luminosa, hay lugar en su postrimerías para la esperanza, para la reconciliación, y esa es la apuesta de la película o así podemos entender esa puerta abierta, esa invitación a entrar en el hogar, metáfora del amparo, de la protección, de la posibilidad real de renacer desde el amor.

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