Dirección: Clive Gordon.
Países: España, Reino Unido y Suecia.
Año: 2005.Duración: 90 min.
Género: Thriller.
Interpretación: Peter Mullan (Brookes), Daniel Brühl (Chris), Luis Tosar (Bautista), Gary Lewis (Herman), Samuli Edelmann (Rhombus), Nikki Amuka-Bird (Subira), Christopher Fairbank (Ralph), Carlos Blanco (Sasha), Gonzalo Cunill (Frank), Guión: Paul Laverty.
Producción: Juan Gordon y Andrea Calderwood.
Música: Sergio Moure y Stephen Warbeck.
Fotografía: Sean Bobbitt.Montaje: Fernando Franco.
Dirección artística: Jordi Yrla.Vestuario: Bina Daigeler.
Paul Laverty, el guionista social, colaborador habitual de Ken Loach, se alía en esta ocasión con el documentalista Clive Gordon que rueda su primer largometraje con Cargo.
Paul Laverty se inspira en el caso real del capitán de un barco griego que escondía polizones y luego, para no ser multado una vez en puerto, los echaba por la borda.
Al principio nos parece ver una película de contenido social. Vemos como un joven alemán, Chris, de turismo mochilero por un país africano, tras discutir con un guardia y serle requisado el pasaporte, se enrola de polizón en un barco que va rumbo a Marsella.
Poco tiempo pasa en ser descubierta la presencia no deseada de Chris en el barco. Brookes, el enigmático y chulesco capitán con aire de perdonavidas mafioso, le deja seguir con vida a cambio de que ayude en la cocina, ejerciendo de marmitón junto a Bautista, interpretado por Luis Tosar, también con barba, como Javier Cámara (Simón) en La vida secreta de las palabras. Será que a los españoles con el éxito mundial de Ferrá Adriá nos ven en la cocina más que en otra parte.
La película se desarrolla en el barco, pero no se explota las posibilidades del mismo, su carga siniestra y misteriosa, como ocurría en la nefasta «Cámara oscura«, en donde al menos se buscaba (sin lograrlo) asustar al espectador. En Cargo, el misterio que envuelve la trama, se reduce a saber algo acerca del pasado del capitán, que explique su hermetismo, o algún dato que nos permita saber por qué van desapareciendo los miembros de la tripulación.
Chris ve como otros polizones que van también en el barco tras ser descubiertos son arrojados por la borda sin consideración. El quid de la cuestión es si Chris será cómplice de esa ignominia o por contra le pondrá fin.
Si Cargo no funciona es porque los personajes resultan meras caricaturas, con unos diálogos que abundan en el mal gusto, donde más que expresarse los marineros del barco gruñen, donde el capitán es tan enigmático que nos hace pasar de él a las primeras de cambio. Daniel Brühl, en la piel del sufrido y atormentado Chris, pone caras de susto y pánico durante toda la película y eso no lo hace mal. Luis Tosar se muestra huraño, oculto tras su espesa barba, sin posibilidad de lucirse (¿Cúando le ofrecerán otro papel como Te doy mis ojos o Inconscientes?), el capitán interpretado por Peter Mullan (el prota de Mi name is Joe de Ken Loach), no está nada convincente, ni como tipo duro ni como alma doliente, al estilo de «La piedad» con que intenta reblandecernos el ánimo al final de la película.
Tenía muchas esperanzas puestas en esta película, pero lo cierto es que Cargo, hace aguas por todas partes desde el comienzo y los espectadores estamos para gozar del visionado, no para achicar.