La verdad es que en España tenemos poco acceso al cine argentino, o bueno, a todo lo que no sea cine norteamericano palomitero, sobre todo si vives en una ciudad pequeña. Por eso las plataformas de streamming han dado una nueva vida a películas de otras nacionalidades que sería difícil llegar a ver en pantalla grande. Sí, Netflix ha ayudado al cine, aunque algunos no lo vean.
Aún así no quiere decir que siempre nos topemos con joyas. En este caso Casi Leyendas me ha parecido bastante sin sustancias.
En primer lugar, el título me evocaba a la gran película Casi Famosos (Almost Famous), gran historia semi autobriográfica sobre el mundo de los grupos musicales, las gruppies que los siguen y los periodistas musicales, pero cualquier parecido más allá del título es mínimo.
Después, al menos contaba con ver una historia en la que la música tuviera gran relevancia. Pero tampoco es así. Estando en uno de los papeles protagonistas un músico tan conocido como Diego Torres, daba por sentado eso, pero no es el caso.
La historia del grupo maldito de los 90 que se reencuentra 30 años después se diluye en una trama que se queda por todos lados floja. No se habla de la música porque casi no aparece. No se habla de la amistad, porque casi ni existía. No se habla de las relaciones amorosas porque eran superfluas. Se van dando pinceladas de un tema y otro sin llegar a profundizar y dejando la historia en una nebulosa en la que sabes perfectamente qué va a pasar al final, pero te da igual. No te logra hacer simpatizar con los personajes ni con lo que les sucede.
De hecho, hablando de personajes, el de Santiago Segura, la parte de la coproducción española en esta película, es ridículo con su síndrome de asperger llevado a la parodia, sin gracia, por cierto.
Me ha gustado más Diego Torres, quizás por la sorpresa de no haberlo visto nunca interpretar. En España es más conocido por su faceta musical, pero la interpretativa es muy amplia y realmente esos fueron sus comienzos. Lo hace bien, aunque su talento musical no es aquí explotado.
Aún así, si esta película se hubiera hecho en España, seguro que sería aún más bochornosa y se hubiera llevado más a la burla, es más estilo español.