Dirigida por Miles Joris-Peyrafitte y con guion de Nicolaas Zwart, Dreamland nos sitúa en los Estados Unidos, en los años 30 del siglo pasado, en la zona de Texas. Una atracadora se ha dado a la fuga después de matar a varias personas. En su haber criminal el homicidio de una niña. Esos son los cargos que se le imputan. La mujer huye hasta esconderse en un galpón, en una tierra reseca en medio de la nada. En aquellos años eran constantes las tormentas de arena, el cuenco de polvo. Al no haber precipitaciones el suelo estaba muy reseco y el fuerte viento levantaba grandes nubes de polvo y arena que imposibilitaban ver el sol. Esto provocó desplazamientos de población hacia el oeste. Aledaño al hangar vive una familia. Un matrimonio con dos hijos, uno casi en la adultez y una niña pequeña. La relación entre el joven y su padrastro es nefasto. Apenas hay trabajo y el joven protagonista baraja la posibilidad de emigrar, dado que no ve un futuro en esas tierras, malas tierras. Su horizonte y porvenir nuestro joven lo amuebla con las historias que lee compulsivamente en los libros que maneja. Quiere el destino que la atracadora y el joven se conozcan. Hay una cuantiosa recompensa para el que detenga y entregue a la justicia a la ladrona. Pero el amor es más fuerte. Entre ellos surge el idilio, el romance. Sentimiento amoroso que despeja lo crematÃstico a manotazos.
No tiene mucho desarrollo la historia en su corte minimalista, que ni avanza en lo criminal, en la posibilidad de convertir su historia en otra versión de Bonnie and Clyde, ni en lo amoroso, pues ella parece muy dispuesta a jugar con él, con su niño, como ella le llama.
Si la pelÃcula funciona, aunque a trancas y barrancas, es merced a sus dos protagonistas: Finn Cole y Margot Robbie. En concreto, Robbie está soberbia. Una actriz magnÃfica como ya nos demostró en otras pelÃculas, Yo, Tonya, Érase una vez en Hollywood.
La pelÃcula está disponible en Amazon Prime.