Dirección: Daniel Burman.
Países: Argentina, Francia, Italia y España.
Año: 2004.
Duración: 100 min.
Interpretación: Daniel Hendler (Ariel), Sergio Boris (Joseph), Adriana Aizemberg (Sonia), Jorge D’Elia (Elias), Rosita Londner (Abuela de Ariel), Diego Korol (Mitelman), Silvina Bosco (Rita), Melina Petriella (Estela), Isaac Fain (Osvaldo), Aitilio Pozzobon (Saligani).
Guión: Marcelo Birmajer y Daniel Burman.
Producción: Diego Dubcovsky y Daniel Burman.
Música: Cesar Lerner.
Fotografía: Ramiro Civita.
Montaje: Alejandro Broder-sohn.
Dirección artística: María
Daniel Burman a sus 33 años ya ha rodado cinco películas. Su anterior trabajo “Las azafatas van al suelo” era una singular y agradable comedia rodada en Usuhaia, en el extremo sur argentino, donde aparecía la actriz española Ingrid Rubio.
Burman ya había tratado el tema “judío” en sus anteriores trabajos cinematográficos. Tanto en “Esperando al Mesías” (sobre un judío atrapado por lazos familiares, que trata da abrir nuevos horizontes) como en “Siete Días en el Once” (donde detallaba la vida cotidiana del barrio judio de El Once). En esta ocasión la historia tiene lugar en una galería sita, nuevamente en el Barrio del Once, en la capital Bonaerense.
Ariel es un judío que trata de obtener la nacionalidad polaca, aprovechando las raices familiares, ya que sus abuelos eran polacos, para dejar Argentina y labrarse un porvenir en Europa. El padre de Ariel dejó a su madre y a él, que entonces era un niño de corta edad, para irse a batallar en la guerra de Yom Kippur y ahora reside en Israel. El padre y el hijo no se han vuelto a ver desde la marcha del primero y a la madre de Ariel le gustaría que éste si finalmente va a Europa fuera a ver a su padre.
Ariel no logra entender como su madre todavía quiere a su marido después del abandono. Los trámites que éste debe cumplimentar para poder irse, y las reuniones con la comunidad judia, permiten a Ariel conocer detalles sobre la vida de su padre, alguno de los cuales hará que todo cobre otro sentido y que la historia oficial de la familia hasta entonces contada, sea al albur de los nuevos datos, un papel amarillento y arrugado, que alberga mentiras, infidelidades y desengaños.
La película comienza con Ariel con caminando por la galería. Lo vemos de espaldas. Ejerce de narrador y va fijando su mirada en los distintos puestos que hay en la galeria. Nos los presenta y nos da datos sobre ellos para que los conozcamos mejor: la familia italiana que habla a voces y regenta la barbería, el hermano de Ariel que vende artículos variados, el asesor financiero, la familia asiática, la pareja del ciber donde el dueño dobla la edad a su compañera, con la que Ariel coquetea y toquetea (a ella le gusta y le pone, probarse las bragas y sujetadores en el puesto que regenta la madre de Ariel y él como un diligente tendero, ha de dar fe de lo bien que le sientan, echándole una mano si es menester).
Más alla de la galería aparecen otros personajes como la antigua pareja de Ariel ahora embarazada, o su abuela. Las charlas que mantiene con su nieto le hacen revivir los años verdosos de la adolescencia, sus dotes como cantante, pero también el dolor del horror nazi, el humo negro del exterminio, la acelerada huida del hogar en Polonia, hacia Argentina.
Burman saca adelante una película coral, con situaciones y diálogos divertidos, sin caer en el laconismo característico argentino, con unas interpretaciones frescas, nada adocenadas, veraces y contundentes, que cautivan. Mención especial para Adriana Aizenberg en el papel de la madre de Ariel (Daniel Hendler, al que vimos en la película española “Reinas”). En resumen, una divertida y original comedia que capta la atención desde el principio, sin flaquear y que hace honor a los premios obtenidos: Gran Premio del Jurado, Oso de Plata, Festival de Berlín 2004, Oso de Plata mejor actor Festival de Berlin 2004 para Daniel Hendler, entre otros