PelÃcula: El gran Gatsby. Dirección: Baz Luhrmann. PaÃses: Australia y USA. Año: 2013. Duración: 143 min. Género: Drama, romance. Interpretación: Leonardo DiCaprio (Jay Gatsby), Tobey Maguire (Nick Carraway), Carey Mulligan (Daisy Buchanan), Joel Edgerton (Tom Buchanan), Isla Fisher (Myrtle Wilson), Jason Clarke (George Wilson), Elizabeth Debicki (Jordan Baker). Guion: Baz Luhrmann y Craig Pearce; basado en la novela homónima de F. Scott Fitzgerald. Producción: Baz Luhrmann, Catherine Martin, Douglas Wick, Lucy Fisher y Catherine Knapman. Música: Craig Armstrong. FotografÃa: Simon Duggan. Montaje: Jason Ballantine, Matt Villa y Jonathan Redmond. Diseño de producción: Catherine Martin
Aprovechando una de esas contadas ocasiones que tengo para ir al cine, se me brindó la posibilidad de ver El Gran Gatsby. La ciudad en cuestión fue Reinosa. El lugar, el Teatro de la ciudad. La pelÃcula comenzaba a las 20,30. Diez minutos antes el interior del Teatro presentaba este aspecto.
Cuando comenzó la pelÃcula y al finalizarla y dar las luces eramos alrededor de una docena. Era lunes. Quizá eso explique o justifique tan magra asistencia.
La pelÃcula es una versión actualizada de la que en su dÃa, en 1974, protagonizaron Robert Redford y Mia Farrow. Casi 40 años después Baz Luhrmann se atreve con la puesta de largo de la novela F. Scott Fitzgerald, que huelga decir es un novelón imprescindible. Rostros populares como los de Leonardo DiCaprio, Tobey Maguire o Carey Mulligan son un señuelo importante para llevar a la gente a los cines. El espÃdico, acelerado y visualmente muy potente trailer de la pelÃcula también tiene lo suyo.
En cuanto a la pelÃcula, ésta se dilata, sin necesidad durante más de dos horas y cuarto.
Si la novela es un fresco de la sociedad americana de los años 20, un tratado psicológico con personajes bien perfilados, con calado, peso y hondura, en la pelÃcula tanto Gatsby como quienes le rondan apenas tienen entidad.
Si la pelÃcula fuera el resultado de un guión original tendrÃa un pase. Al tratarse de la adaptación de una novela tan buena, el resultado, por comparación, deja en muy mal lugar a la pelÃcula.
La primera hora de la pelÃcula es como un bacanal, una juerga o macrofiesta continua, donde Gatsby reúne en su Palacio a las personalidades más importantes de la ciudad de Nueva York, alli habrá Senadores, Jueces, Comisiarios de policÃa, deportistas de élite, corredores de apuestas, mafiosillos de medio pelo, magnates, presidentes de corporaciones industriales o editoriales, bailarinas, arribistas, todos allà juntos bebiendo, danzando, charlando, gozando, cerrando acuerdos, dándose a conocer, etc.
Luego sabemos que todas estas fiestas que Gatsby orquesta y que el director rueda a lo grande, como si ese Palacio fuera una macrodiscoteca moderna donde no falta de nada (piscina incluida) tienen por objeto atraer la atención de Daisy de quien Gatsby se enamoró cinco años atrás y a quien sigue pretendiendo. El problema es que Daisy en el momento actual está casada y no tiene muy claro lo de dejar a su marido para irse con Gatsby. Gatsby que es de los que creen que se puede reescribir el pasado todo lo ve factible.
Quien ejerce de narrador es Nick, un escitor amateur, que comienza la pelÃcula en un sanatorio. Como terapia el loquero le recomienda escribir en un papel lo que ha vivido. Asà de su pluma conoceremos quien es Gatsby. Para Nick que se alojará en una casita próxima al palacio de Gatsby, este es algo parecido a un Dios, una divinidad cuyo proceder y habla le embelesa. El caso es que eso que a Nick le emboba hasta llevarlo al paroxismo, a mà me deja frÃo frÃo, porque el personaje de Gatsby resulta muy deslucido.
Gatsby es el no va más porque él creo serlo, y no le faltan aduladores que se lo hagan creer. Pero luego se ve que el hombre más allá de su impostada imagen de dandy, en las distancias cortas es como ese prÃncipe azul que destiñe y se vuelve más humano, violento y accesible.
A su lado Daisy entre los caretos que pone y la voz doblada que le ponen parece que cada palabra fuera la última que fuera a proferir. No se puede ser más lánguida. Tiene el espÃritu de un grapadora. Pero Gatsby está enamorado de ella hasta las entretelas y moverá cielo y tierra para tenerla a su lado. Si bien el hombre propone y la mala suerte dispone.
Di Caprio cumple, como casi siempre. El Gran Gatsby es un producto visualmente potente, con mucho relumbrón, plúmbeo y huero a partes iguales, donde la música, las coreografÃas, los oropeles, apenas dejan ver lo que hay debajo, que me temo que es nada, el vacÃo más absoluto. Ante pelÃculas como esta, uno se pregunta hasta que punto es necesario hacer un remake cuando según las cinco mujeres que tenÃa delante mÃo al salir del cine dijeron que la pelÃcula del Redford era mucho mejor que esta.