Dirección: Jonathan Demme.
Reparto: Anne Hathaway (Kym), Rosemarie DeWitt (Rachel), Mather Zickel (Kieran), Bill Irwin (Paul), Anna Deavere Smith (Carol), Anisa George (Emma), Debra Winger (Abby), Roslyn Ruff (Rosa), Sebastian Stan (Walter), Tunde Adebimpe (Sidney), Jerome LePage (Andrew).
Guión: Jenny Lumet.
Producción: Jonathan Demme, Neda Armian y Marc Platt.
Música: Zafer Tawil y Donald Harrison Jr.
Fotografía: Declan Quinn.
Montaje: Tim Squyres.
Diseño de producción: Ford Wheeler.
Vestuario: Susan Lyall.
USA 2008
Excelente película en la que Anne Hathaway nos regala una soberbia interpretación que le valió su primera nominación al Oscar, allanando el camino para salir de su imagen anterior de princesita buena y mona. No es su primera película comprometida, hace tiempo que lleva intentando romper con el encasillamiento al que estaba empezando a verse abocada, y ha demostrado ser una buena actriz.
Por suerte para ella y para la película, el reparto que la acompaña está a la altura, dando una carga dramática a la historia que la hace interesante y entretenida. Y entre todas las actuaciones, la que más destaca es la que Rosemarie DeWitt, la Rachel del título, que da la réplica a la Hathaway brillando con luz propia en cada escena.
Y precisamente ellas son los 2 focos en torno a los cuales gira la historia. Por un lado Rachel (DeWitt), que está preparando su boda, es una chica con los pies en la tierra, crítica, muy cabal y que se eclipsada por Kym (Hathaway), su hermana recién salida de un sanatorio, autodestructiva, en proceso de desintoxicación y llena de remordimientos, que quiere purgar de una forma u otra, sin atenerse a consecuencias o sin pararse a estudiar lo que piensen los demás.
Es una película de diálogo, de enfrentamientos dialécticos y físicos entre los diversos personajes que forman esta desestructurada familia. El padre protector y demasiado comprensivo, la madre con su nuevo marido que se mantiene distante de su familia y de sus hijas, los amigos y amigas que intentar pasar esos días divirtiéndose en la boda… todos tienen algo que aportar a ese pequeño microcosmos que se forma en torno a la celebración casera.
Parte de un guión muy bien estructurado y unos personajes definidos, escrito por Jenny Lumet, hija del cineasta Sidney Lumet. Es su debut como escritora.
Yo destacaría el papel del director, Jonathan Demme. Por un lado ha sacado de los actores lo máximo que podían dar en esta historia y la ambientación y el ritmo son acertadísimos. A eso ayuda también la grabación, cámara en mano, que nos acerca mucho más a los protagonistas, nos pone a su altura y en algunos momentos casi nos hace partícipes de la acción.
De hecho varios de los invitados de la boda portan cámaras y algunos son los propios operadores de cámara de la película. Las largas escenas tienen pinta de haber dejado muchos aspectos a la improvisación, lo que aporta también frescura y naturalidad. También algunos de los creadores de la banda sonora y músicos se encuentran mezclados entre los actores.
Por si faltaban argumentos, la ambientación musical es algo que se agradece en la película. No dura mucho, algo más de hora y media, y sin embargo tiene un denso contenido.
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Gran película e interesante comentario.